Las trampas de la ciudad para la moto y el motorista: conócelas para evitarlas

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Las trampas de la ciudad para la moto y el motorista: conócelas para evitarlas
Luis López Lozano
Luis López Lozano
Se dice que la ciudad es una jungla para la moto y el motorista, con infinidad de trampas que nos acechan. Hemos reunido aquí las más peligrosas. Conócelas para evitarlas.

Las trampas y peligros con las que nos obsequia la ciudad al motorista y su moto están ahí, al acecho. Muchos moteros, hasta los más expertos, suelen caer ante el infortunio de lo imprevisto, por lo que aquello de circular “con mil ojos” hasta incluso nos parecen pocos… Y lo son.

Sin embargo, la experiencia siempre será un grado y aunque conozcamos los peligros que ponen a prueba los reflejos y conocimientos del usuario de la moto, nada de todo ello servirá si no circulamos con la máxima atención a los mandos. Un estado de alerta que no deberá bajar, ni un solo minuto, la guardia allá donde nos encontremos, ya sean trayectos cortos o largos, por vías amplias o estrechas, congestionadas o más bien libres de tráfico rodado. ¡No te confíes! De cualquier lugar puede surgir la amenaza.

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Peligros urbanos en moto: principales zonas de conflicto

A los mandos de tu moto cualquier carretera, calle o avenida te parecerá igual. En realidad, los peligros no solo te pueden llegar del propio tráfico, esto es, del perímetro más cercano por donde circulas.

Presta especial atención a todo aquello que te rodea, incluso más allá de los vehículos que tienes cerca de ti. En una calle de único sentido y aceras a ambos lados de la calzada, cualquier peatón podrá cruzar de repente sin mirar si un vehículo se aproxima a él o no; o tal vez gire la cabeza al sentido contrario de tu marcha… Sea como fuere, recuerda que cualquier aproximación repentina al asfalto que pisas puede llegar tanto de uno como de otro lado. Lo mismo podría aplicarse en zonas de bulevares donde, además, probablemente exista más espacio para pasear perros que se escapan, pelotas que acaban rodando hasta la carretera, patinetes que se cruzan de un lado al otro sin mirar, etc.

Otro ámbito de conflicto la encontramos en los entornos escolares. Suele estar señalizado pero, a pesar de ello, hay quien rueda a la misma velocidad que en cualquier otro tramo urbano, incluso tal vez en horarios en los que más tráfico de personas (padres y niños) existe, o dicho de otro modo, en las horas punta de entrada o salida del cole. Algo parecido podría suceder en zonas de oficinas en las que, en ocasiones, existen trabajadores despistados que llegan tarde o salen con prisas para llegar al autobús, que se les escapa… Una vez más, la mirada periférica se torna como un elemento imprescindible durante la conducción a los mandos de tu moto.

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Ni que decir tiene que circular en moto por calles donde los locales de copas son legión conlleva riesgos evidentes, sobre todo a ciertas horas de la noche. En este entorno todo es posible, tanto por parte del propio tráfico como de los transeúntes que pululan por las aceras cercanas. No esperes que presten atención a tu paso cuando deseen cruzar de un lado a otro. Como en el caso de los colegios y las zonas de trabajo, es un riesgo añadido circular en hora punta por estos lares.

No olvidemos los tramos de obras como verdaderamente peligrosos: al mal estado de la calzada por baches o posibles balsas de agua que podrían engañar sobre la profundidad del “agujero”, se le suma la tierra suelta desprendida por los trabajos realizados a pie de calle: circula lo más recto posible y evita brusquedades con los mandos de gas y freno… de manera habitual, pero mucho más si cabe bajo dichas circunstancias.

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Peligros habituales sobre la calzada urbana: el “Padre Nuestro” del motorista

Son muchos los obstáculos que ponen a prueba la pericia del motorista a los mandos de su moto. Como ya se ha dicho, la experiencia siempre jugará a tu favor una vez adquirida con el tiempo, pero las sorpresas siempre se encargarán de chafar tus desplazamientos requiriendo, por tu parte, la máxima atención posible.

Con un estado alerta permanente que damos por hecho, y si de lo que se trata es de adquirir la experiencia necesaria para evitar lo “casi” inevitable, pongamos el foco en los peligros derivados del estado de la propia calzada y lo que ello conlleva: uno de los aspectos más flagrantes lo encontramos en las señalizaciones sobre la misma. La famosa pintura que delimita carriles, indica con anchas franjas sobre el asfalto un paso de peatones, la limitación de velocidad de circulación en dicho carril o, simplemente, el sentido de giro con grandes y «ultradeslizantes» flechas pintadas sobre el firme, te mantendrán al día sobre el estado de tus neumáticos y, en función del interés del municipio por el que circulas, si el ayuntamiento correspondiente ha invertido en pintura antideslizante o se gasta su presupuesto en otros menesteres. Recuerda: unos neumáticos cuadrados, con poco dibujo o con la goma cristalizada por los años y haber dormido en la calle (entre otros muchos causantes de la pérdida de propiedades de la goma), comprometerá más o menos la conducción al pasar por encima de estas señalizaciones; en conducción bajo la lluvia o asfalto empapado por limpieza con agua a presión, la alerta se multiplica por mil.

Y si la pintura suele deslizar de manera peligrosa, evitando un correcto agarre desplazándote de la línea que mantienes durante la conducción o, directamente, bloqueando los frenos en caso de tirar de la maneta justo ahí sin estar a los mandos de una moto provista de ABS (con frenos antibloqueo alargarás todavía más la distancia de frenada en esta misma situación), las tapas del alcantarillado urbano se encargarán de aportar otro importante riesgo más a la yincana”. Pero atención, porque un mal ajusta en el cierre de estas puede acabar en desastre: ten en cuenta que el agujero que cubren es de dimensiones enormes, multiplicando el riesgo si ruedas con un scooter (diámetro pequeño de ruedas) o, en realidad, con cualquier tipo de moto. No solo perderás la dirección, sino que incluso podrías salir por encima del manillar al “encallar” la rueda delantera por culpa de una tapa desajustada o, lo que es peor, inexistente.

En líneas generales y por resumir lo anteriormente expuesto, a los mandos de tu moto lo más prudente es buscar pisar “por lo negro”, esto es, asfalto “limpio” y libre de planchas metálicas, tapas de alcantarilla y señalizaciones pintadas bajo tus ruedas. Pero, ¿qué sucede cuando no se puede evitar el obstáculo en cuestión?

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Los reductores de velocidad y la moto: mala combinación

Todos conocemos las franjas sobre el asfalto, los resaltes, “guardias muertos” o como quiera que se llame a los reductores de velocidad que es, a fin de cuentas, para lo que se instalan. No es más que parte de la mencionada yincana urbana que, en esta ocasión, se postula como uno de los elementos que más deteriorará tu moto con el paso de los kilómetros, tanto si circulas en “modo on-off” con el gas, debiendo detenerte en pocos metros para rebasarlo, castigando frenos y suspensiones, como simplemente desgastando de manera prematura las propias suspensiones al sufrir el impacto de subida y bajada del resalte en cuestión.

Hay quien los ataca un poco en diagonal para minimizar el impacto, algunos se dedican a pasarlos rápidamente porque así “sufre” menos la moto, otros directamente mantienen la velocidad para no gastar gasolina abriendo y cerrando gas o tirando de frenos como ya hemos comentado… Lo cierto es que tal vez la primera de este listado de ocurrencias podría ser, en parte, válida, pero lo cierto es que si no quieres visitar el taller antes de lo debido para cambiar los retenes de una sufrida horquilla que comienza a tirar aceite por las barras, mejor afronta el resalte a una velocidad siempre moderada, más todavía si ruedas con pasajero o si eres capaz de reconocer su altura a distancia, o simplemente te lo conoces porque pasas por ahí a diario. Una conducción racional y responsable también toca aspectos como este…

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Otros obstáculos de la vía: separadores de carriles y juntas dilatadoras

La señalización dirigida a dividir un carril específico para bicicletas o autobuses, por ejemplo, también es otro de esos elementos que pueden provocar un importante accidente en moto. Afrontarlos con solo dos ruedas no implica el mismo riesgo que aquellos que lo hacen con cuatro dentro de su “enlatado”. Sin embargo, algunos aceptan el reto y pretenden luchar, cual Don Quijote lanza en mano y gas decidido, el cambio de carril pese al tamaño de los elementos dispuestos para su división y uso exclusivo.

Las denominadas “olas de carril Bus” son un claro ejemplo de ello. La altura y dureza del plástico elegido para su diseño y construcción son “a prueba de coches”, de modo que para que una moto lo salve debes tener un máster en conducción off-road… y ni siquiera eso en caso de circular con las ruedas de diámetro reducido de un scooter. La pérdida de control de la moto es instantánea y el accidente puede llevar como “añadido” el ser atropellado por el autobús que circula por el carril perfectamente delimitado para tal fin.

Son, sin duda, los separadores de carril urbano más agresivos y lesivos para las motos. Otros no lo son tanto, pero tampoco aportan la confianza adecuada para pelear contra ellos: nos referimos a las más o menos finas tiras verticales con inserciones fluorescentes que separan un carril delimitado para un fin en concreto (un acceso obligatorio, por ejemplo, indicado metros atrás), que vendría a reafirmar la habitual línea continua que nunca debe rebasarse salvo peligro… con la conveniente educación vial, claro.

Y si hablábamos de elementos metálicos (tapas de alcantarilla, rejillas de respiración de transporte suburbano, etc) peligrosos para el motorista, no podemos pasar por alto las juntas de dilatación de los puentes. Su construcción metálica impide el correcto agarre de las ruedas de nuestra moto, lo que una vez más se ve multiplicado por infinito cuando el calor aprieta de verdad o la lluvia hace acto de presencia. ¿Y si te las encuentras en la típica rotonda que pasa por encima de una autovía? Búscalas con la mirada, anticípate y pasa lo más recto posible.

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Las rotondas, el gasoil y la suciedad acumulada

Una vez tenemos claro cómo se circula en una rotonda, otro de esos lugares en los que las líneas continuas, las preferencias o la indicación de maniobras pasan a un segundo plano para un preocupante porcentaje de los conductores, debemos estar muy alerta no solo con las indicaciones pintadas sobre el asfalto y la posibilidad de resbalar, sino también el riesgo que conlleva el estado de los carriles que conforman la propia rotonda.

En algunas ocasiones, ciertas salidas son escasamente empleadas, por lo que su asfalto estará menos “trillado” y, por tanto, más sucio. La acumulación de suciedad es otro de los aspectos que deberás tener en cuenta no solo en los arcenes en hora punta con accesos a la ciudad bloqueados, sino también en las zonas en las que el tráfico rodado no “limpia” los restos de todo lo que se posa sobre el asfalto.

Así, en una rotonda donde el apoyo lateral es delicado para una moto, este puede verse seriamente comprometido por un asfalto sucio entre carriles o salidas poco frecuentadas, cambios de sentido incluidos. Dicha suciedad también se acumula, además de en los arcenes, en los espacios que dividen carriles, cualquiera que sea el trazado de la vía; es en una rotonda o curvas donde más nos pone en peligro a los motoristas, comprometiendo seriamente el agarre en apoyo lateral.

Tampoco descuides las manchas de gasolina o, peor, las de gasoil en plena rotonda. Si llevas los cinco sentidos “on”, tal vez notes antes de verlas su olor… Después, la mancha y, si la pisas, verás cómo la moto se desplaza de manera involuntaria hacia un lado, llevándose la peor parte la dirección con una rueda delantera y manillar “locos”, fuera de control. La fuerza hacia el exterior de un camión, por ejemplo, abordando la rotonda con su depósito de gasoil lleno, podría provocar la caída del mismo por el sobrante, o por un tapón que no cierra… Las consecuencias para el motorista son nefastas si las pisas en plena inclinación.

Una vez visto con perspectiva todo lo que pueda pasarte rodando con tu moto en ciudad, con peligros constantes e inesperados a cada paso que das, podría aportarte cierta dosis de temor en tu interior pero, en realidad, el respeto es lo que debe prevalecer al circular por cualquier entorno o vía. A fin de cuentas, el hecho de hacerlo en moto nos aporta un valor añadido, que no es otro que la diversión entre muchos más. Mantengámoslo como verdadera premisa para ser un poco más felices día tras día rondando bien equipados, seguros y siempre alerta.

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