Tras el rotundo fracaso del Plan MotoE, el sprint final del año 2009 nos ha traído el deseado ajuste en la normativa de emisiones para moto que sirven para cuantificar el Impuesto de Matriculación aplicable a cada modelo. Bienvenida sea la reducción, aunque todavía no están al nivel de los coches, con lo que se mantiene un grado de discriminación.

Las motos, más baratas

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Fórmula Moto
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No obstante, quizá lo más relevante es que volvemos a un peligroso bucle. Primero se bajó, luego se subió, ahora vuelve a bajar… Los razonamientos técnicos brillan por su ausencia y este -volver loco- a todo el mundo crea tal ambiente de incertidumbre que podríamos decir que es el auténtico epicentro del problema. La crisis económica está ahí, nadie lo duda, pero el empujoncito que se le ha dado desde la Administración ha sido determinante.

Ponte en un momento en la posición del analista de gestión de una marca multinacional de la moto (léase, un ejecutivo japonés), que recibe un estudio sobre la evolución del mercado español estos últimos dos años. De estar en el grupo intermedio de ventas en términos europeos, nos situamos de repente con el segundo puesto tras Italia para caer poco después a los niveles originales. Y si se adentra en descubrir las razones de tanto vaivén, se topará con unos condicionantes nacionales, al margen de cualquier lógica, que afectan directamente al precio de un producto, uno de los factores decisivos a la hora de realizar una compra. ¿Quién de estos gestores podía preveer que en menos de dos años un impuesto directo como el de Matriculación podría variar en nada menos que tres ocasiones? Ni con una bola de cristal. Ahora toca aprovechar la rebaja de precios.