Pacífico, Atacama, Los Andes

Contrastes

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Contrastes
La intención del grupo «uno de los grandes»: Jorge Sirera, Pere Viçens, Roberto Peregrín y Eduardo Rubio era hacerlo en un par de semanas.Salimos pronto de Cuzco (Perú). El cielo amenazaba lluvia y el termómetro no superaba los 8º. El asfalto era bueno y la carretera una especie de montaña rusa que nos colocó, en menos de una hora, a 32º para, poco después, subiendo un puerto de 4.000 mts, caernos una tormenta tremenda de granizo. En la cumbre ¡nieve!


Impresionantes dunas como esta llegan hasta la misma costa del Pacífico en el Desierto de Atacama; las barreras contienen las arenas, excepto en días ventosos, en que atravesar estos parajes es un tormento.
 
Las «emociones» iban a aumentar al llegar al mediodía al pueblo de Abancay, donde teníamos previsto hacer noche en el Convento de la Madre Doris Bustamante Ugarte, una simpática monja que lleva sobre sus espaldas la dirección de un orfanato.

La madre Doris nos había ofrecido cobijo y nosotros lo habíamos aceptado encantados, pero la «providencia» no quería que durmiéramos allí porque, nada más llegar al pueblo y entrar a repostar en una gasolinera, nos enteramos de que los mineros estaban en huelga y habían cortado todas las carreteras de entrada y salida al pueblo, bloqueándolo.

Como la situación se puede alargar días, parece ser que deberemos quedarnos allí a esperar€ ¡horror! Y Abancay no tiene nada que ver con un lugar de ensueño para pasar unos días de descanso.

Pero la suerte «llama a nuestra puerta» de una forma inesperada: un joven vestido con la camiseta del Barça y montado en un ciclomotor, se queda fascinado delante de nuestras motos y, sin pedírselo nosotros, nos ofrece sacarnos de Abancay por caminos de montaña.

Empezamos un rally, veloz y sin pausa, tras aquel chaval por unos caminos que con nuestras pesadas trail se hacen complicados en algunos momentos; pero vamos saliendo, poco a poco, mientras en algunos cruces nos encontramos con «piquetes salvajes» (dejemos de lado lo de informativos) y diferentes coches y camiones con sus ruedas pinchadas. A nosotros nos sonríen y dejan pasar€ ¿durará la suerte?
 
Este tipo de carretera es una constante entre Perú, Chile y Argentina. Los Andes no dan descanso por esta ruta. Arriba, cruzando el Paso de Jama, entre Chile y Argentina.
 
En una estrecha bajada encontramos un coche roto que bloquea el camino. Entre todos lo apartamos lo justo para poder pasar y finalmente llegar al asfalto. Allí mismo, en una cabañita, nos metemos una buena comida con nuestro amigo y salvador y salimos corriendo por una carretera vacía y cubierta de rocas puestas por los mineros para entorpecer el trafico.

En medio de la nada y ya oscureciendo nos topamos con un idílico hotel, propiedad de un alemán. Pasaremos aquí la noche, aunque primero cenamos con tres andaluces de una ONG que trabajan por la zona.

Tras una noche de lluvia, el cielo nos da una tregua y salimos hacia Nazca por una carretera con miles de curvas que atraviesa cuatro puertos de más de 4.000 mts cruzando la reserva de vicuñas de Pampa Galeras, donde pasean y cruzan a su aire la carretera. La parte final, bajando hacia Nazca, es una brutal sucesión de curvas con buen asfalto y mucho desnivel; se ve ya el Pacífico y hace mucho calor, pero llegamos a Nazca, un pueblo feo y polvoriento, famoso por sus largas líneas de origen desconocido trazadas en el cercano desierto que, al día siguiente, volando en avioneta, trataremos de ver.
 
En la bella Arequipa€

Si Nazca tiene poco que ofrecer, al margen de sus misteriosas «líneas» que Roberto visita muy de mañana, para nosotros supone un lugar especial, ya que allí nos encontramos con nuestro buen amigo Ramón Costa que, hace unos años, dio una vuelta al mundo con una Gold Wing y ahora reside en Perú largar temporadas. Ramón acude a vernos desde Lima y con él pasamos un día agradable.

La carretera, que ahora discurre pegada a la costa del Pacífico, nos brinda la visión de grandes dunas a nuestra izquierda, con poco, muy poco tráfico. De todas formas, hay que moverse con cuidado con los camioneros peruanos –auténticos «serial killers» que no dudan en eliminarte sin problema alguno– y con las muchas obras que se hacen en la carretera.

Las dos BMW 800 empiezan a fallar una vez más. La desesperación nos acompaña desde hace semanas en este tema y se dispara cuando, en la entrada de la bella Arequipa, ya de noche y buscando hotel, se para en el peor de los barrios posible. Allí nos vemos obligados a hacer noche en un «agujero» que dice ser hotel y totalmente agotados.

Dejamos las motos y en taxi nos vamos a cenar al centro de la ciudad, en la Plaza de Armas, una de las más bellas que nunca he visto. Buena cena, «ají de gallina» y «chupe de camarones», y buen «pisco», la bebida nacional de la zona.

A la mañana siguiente, la BMW de Jorge Sirera, que nos había dejado tirados la noche anterior, arranca sin problema, como de costumbre€ ¡ufffff! Y, con una mañana fresca, empezamos a hacer los 430 kilómetros que nos tocan hoy, rumbo a Tacna y Arica.

Todo es desierto en sus diferentes versiones: piedras, arena, montañas que parecen la luna y algunas zonas de dunas de un color gris plata. Atravesamos un polígono de tiro de la Fuerza Aérea peruana en el que, afortunadamente, no toca día de prácticas.
 
Rodando por pista en el desierto de Atacama, con los Andes nevados al fondo. Tú, tu moto y los elementos. Abajo, retorcida carretera en las inmediaciones de Arequipa, en Perú, poco antes de atravesar la frontera chilena.
 
El Paso de Jama es la altura más elevada a que hemos llegado con moto, 4.745 metros de altura. Abajo, preciosa Plaza de Armas de Arequipa, ubicada en el mismo centro de la ciudad y alrededor suyo, la Catedral, iglesias de La Compañía y de Nuestra Señora de Merced, todo ello arropado por una bella sucesión de soportales. Aquí nació la ciudad, en 1.540.
 
Algunos datos
 
– Viaje realizado entre final de marzo y comienzo de abril 2012.
– Cuatro motos: KTM Adventure 990; BMW 800GS y BMW 1200GS.
– 9.000 km recorridos por Argentina, Bolivia, Perú y Chile.
– Una media de velocidad de 92 km/h conseguida gracias a las largas rectas de Argentina. La etapa más larga, 828 km en un día.
– La mayor altura alcanza, paso de Jama, de los Andes, de 4.745 mts. Temperaturas entre -2º y 38º.
– Unos 500 litros de gasolina por moto, siempre buena menos en una ocasión en Bolivia que necesitamos repostar con botellas.
– No llevamos «visados» para ningún país y las motos pueden entrar en todos sin el «ATA» o «Carnet de Passage en Douannes».
– El RACE nos informó más y nos hizo llevarlo€
– En Buenos Aires sacamos un seguro, por un mes, que cubría los 4 países por solo 100 €
– Un sólo neumático para todo el viaje: Pirelli Skorpion en la KTM y Metzeler en las BMW
– Magnífico el resultado de las cámaras de vídeo «Midland» que usamos, así como de los equipos de radio de la misma marca para comunicarnos entre nosotros. También de los trajes «especiales para Rally» que Spidi nos facilitó.
– Y para aquellos que se animen, el viaje en barco es fácil.
– «LVT» de Barcelona (tel.: 937 244 652) embaló y trasladó las motos a Valencia. Allí, los profesionales de «AG Asociados LTD» (tel.: 961 526 272) las metieron en container y trasladaron en tres semanas a Argentina. Las motos llegaron impecables.
 
 
Por nuestras radios Midland –que gran invento para llevarlas en estas etapas aburridas– vamos comentando el paisaje, el poco transito. Así llegamos a la frontera con Chile.
Cruzarla resulta fácil, pues los funcionarios son amables y efectivos; el lado chileno es mucho mas parecido a nuestros estándares y casi, casi, te sientes en casa.

Estamos en Chile, en Arica. Es mediodía y hace mucho calor, por lo que decidimos parar, comer y dormir aquí. Arica cuenta con un puerto importante por el que la vecina Bolivia mueve  sus mercancías tras haber perdido estas tierras en la guerra del Pacífico en 1880 y quedarse sin salida al Océano Pacífico. La ciudad tiene un centro pequeño y agradable y el resto son miles de casas desparramadas con mayor o menor fortuna.

Es domingo y nos cuesta encontrar donde comer, aunque finalmente lo logramos mientras nuestras motos descansan en el parking.

No son tan grandes como el Salar de Uyuni que cruzamos en la primera etapa, pero en el de Atacama (foto grande) y Jujuy también te puedes divertir con el gas a fondo sin que nada entorpezca tu camino, montones de sal al margen.
 
Por el Desierto de Atacama€
 
Hay momentos en los que echamos a faltar el color verde y el fresco de las montañas que hemos dejado en Bolivia y Perú. Ahora vamos a rodar siempre por magníficas carreteras a nivel de mar y en unos paisajes totalmente desérticos en los que las dunas –esas tan impresionantes que se ven en las imágenes del actual «Dakar»– y el azul del Pacífico se combinan.

Comemos en Calama –en una especie de club privado repleto de familias ruidosas y alegres– atendidos por una camarera espectacular que nos indica la ruta hacia San Pedro de Atacama, situado a no más de 180 km. Este pueblo es uno de los grandes destinos turísticos del país, repleto de atracciones y con una floreciente industria turística de la que viven sus habitantes.

Nos instalamos en un «hotel» curioso: un montón de habitaciones alrededor de un gran jardín –con menos plantas que piedras– en el que aprovechamos para revisar las motos.
 
Diversos lagos salpican los Andes entre Chile y Argentina, un poco de agua entre tanta sal y montañas peladas donde apenas crecen los cactus.
 
Al caer la tarde baja el calor y nos vamos a cenar, a la vez que hacemos planes, pues en San Pedro hay mucho que ver y hacer. Hay muchos viajeros, la gran mayoría «mochileros» de medio mundo.

Al día siguiente visitamos el cercano «Salar», mucho más pequeño que Uyuni, pero también bonito, luego la Laguna Cejar (por su forma de ceja) donde hay gente bañándose en un agua densa y salada, y el Valle de la Luna.
En la Laguna, un grupo de chilenos, mayores y de la capital, nos invitan a una copa de champagne fresquita, en la misma orilla. Se interesan por nuestro viaje y se hacen fotos con nosotros. Luego, y no por culpa del alcohol, nos atizamos un tortazo «casi colectivo» en una de las pistas arenosas que nos llevan de un lugar a otro.

Los paisajes son extraños: una especie de desierto de sal y arena blanca, con los picachos de los volcanes nevados al fondo, un cielo azul y un termómetro que va subiendo.
 
Abajo, Jorge Sirera y Viçens, «tostados» por el sol abrasador de estos parajes inhóspitos. Un grupo de nativos nos contempla, y a la derecha, los cuatro componentes de la expedición: Sirera, Viçens, Peregrín y yo, junto con el chaval que nos sacó de Abancay (Perú) tomada por mineros en huelga. Cosas que sólo hacen los motoristas. 
 
Ya de regreso a San Pedro y sus calles arenosas y polvorientas –podría ser un oasis de Argelia o el mismo Tombuctú– buscamos dónde comer a la fresca luego recoger nuestras cosas del hotel, porque, al día siguiente, saldremos pronto para cruzar la Cordillera y entrar de nuevo en Argentina.
 
El Paso de Jama es la altura más elevada a que hemos llegado con moto, 4.745 metros de altura. Abajo, preciosa Plaza de Armas de Arequipa, ubicada en el mismo centro de la ciudad y alrededor suyo, la Catedral, iglesias de La Compañía y de Nuestra Señora de Merced, todo ello arropado por una bella sucesión de soportales. Aquí nació la ciudad, en 1.540.
 
 
El Paso de Jama

Salimos con el sol ya brillando, y en el mismo pueblo de San Pedro marcamos nuestros pasaportes con la salida de Chile pese a que, la frontera, está a casi 200 km€ solitarios.

La escena es preciosa, espectacular; diría que única: un ascenso, por muy buen asfalto, desde los 2.000 mts a los 4.745 mts de altura del Paso de Jama. Apenas hay tráfico y el camino nos lleva a viajar por un paisaje lunar, con los volcanes Zapaleri y Nevado de Poquisi muy cerca. Rodamos varias horas a más de 4.300 mts de altura, pero nuestros cuerpos están muy hechos y no se nota nada, excepto cuando, parados, tratamos de movernos para hacer fotos.

Las BMW siguen fallando y de vez en cuando paramos a que se enfríen, aunque seguimos sin saber qué pasa.
El GPS de mi KTM marca más de 4.800 mts de altura; aunque en el Everest o el Ladhak indio he alcanzado, a pie, los 6.000 mts, nunca había llegado a subir tan alto en moto. Hago una foto para mandársela a los chicos de KTM España. ¿Será la «Adventure» que ha estado más alta? ¡Nunca lo sabré!

Al entrar en Argentina empieza el descenso hasta las bellas Salinas Grandes, donde paramos a tomar unas fotos y rodamos con las motos por la sal. Para terminar nuestra «dosis»de montaña, pasamos el alto de Lipan, de4.350 mts, que desciende vertiginosamente hacia la Quebrada de Humahuaca (aquella que cantaba King África…) con miles de curvas divertidas y un paisaje bellísimo.

Las temperaturas han oscilado entre los 0ºC arriba y los 32º abajo, en Purmamarca, donde hemos almorzado un lomo de llama, más duro que un neumático. También humitas, tamales y locro. Vamos a dormir en Jujuy.
El viaje se acaba; una parte del grupo «huele la cuadra» y decide acelerar el ritmo para llegar antes a Buenos Aires.

El resto les sigue.

No hay mucho más que ver por el camino, salvo los cientos y cientos de camiones que adelantamos en un asfalto deformado y horrible por la ruta más directa hacia la capital.

Ahora, las únicas emociones están en nuestros recuerdos y, finalmente, en la burocracia argentina para poder embarcar de nuevo nuestras motos. Pero lo logramos y, finalmente, un avión nos lleva de regreso a casa€