Conducir una moto 125 de marchas con carnet de coche: descubre todos los secretos

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Conducir una moto 125 de marchas con carnet de coche: descubre todos los secretos
Luis López Lozano
Luis López Lozano
Tienes el carnet de coche B y te gustan las motos, pero no te atreves a conducir una 125 de marchas para ir al trabajo o darte una vuelta por ahí durante el fin de semana. ¿Mejor un scooter? No te precipites. Pilotar una moto manual, con velocidades, no es complicado y se acerca más en sensaciones a una moto “de las grandes”. Conoce sus secretos y… ¡a disfrutar!

Potencia, velocidad, cilindrada… Todo parece estar conectado al conducir una moto y, mira por dónde, con el carnet de coche puedes hacerlo a los mandos de una 125 cc. ¿Poca potencia, velocidad y cilindrada? Hombre, sí, pero no despistes el tiro porque si de verdad te gustan las motos, te atraerá bastante más pilotar una de marchas que cualquier scooter convencional.

Cierto es que la utilidad de ambos vehículos, tanto de la moto como la del scooter, es más que sobrada para todos aquellos que les conviene la movilidad personal. El transporte público llega a todas partes, o más bien habría que decir “a casi todas partes”, por lo que eso de salir de casa con tu moto y aparcar en la puerta del destino prácticamente no está pagado… Pero si además disfrutas con cada desplazamiento a los mandos de tu 125 cc apta para carnet de coche, las satisfacciones comienzan a multiplicarse cada día que la usas.

Mientras que un scooter es más sencillo en su manejo, una moto con marchas es otra cosa. En el primero solo tienes que sentarte, quitar la pata lateral o caballete (lo segundo mucho más seguro y estable que lo primero), meter la llave para girar el contacto a “on”, arrancar y… gas. Ya lo ves, sencillo y, para algunos, incluso aburrido; muy práctico, pero monótono y carente de sensaciones de “moto de verdad”, esas que solo se consiguen llevando entre las piernas el depósito y jugando con el pie izquierdo a subir y bajar marchas…

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Moto de marchas: cómo son y cómo van

Así que nos ponemos manos a la obra porque ya has valorado precios con tu presupuesto y, una vez echado el ojo a la moto que te gusta, te la has comprado y aunque hayas recibido ayuda para recogerla del concesionario (o te la han traído a casa en furgoneta), tendrás que hacerte con ella para moverte libremente por esos mundos de Dios… o, al menos, ese es el objetivo.

No te preocupes, es más fácil de lo que parece si no has tenido mucho contacto con esto de las motos pequeñas de marchas. Lo primero y fundamental es hacerte a los mandos: sentado en la moto, tendrás que colocar todo según tus gustos y necesidades. Así, no es lo mismo un piloto con más de 1,80 centímetros de altura que otro usuario con apenas 1,60 cm. La ergonomía es fundamental y de la correcta colocación de los mandos dependerá, en gran medida, el grado de satisfacción o, quién sabe, el futuro rechazo a la propia moto. No se lo merece. Date un tiempo y comienza sin prisas, haciendo lo correcto.

Lo más recomendable es pedir que te lo coloquen todo en su lugar una vez adquirida la moto en la propia tienda o taller. Ellos te guiarán sobre lo que más te convenga, pero ten presente unas mínimas nociones ergonómicas para acertar a la primera: las manos deben caer fácilmente sobre los puños del manillar, ni demasiado hacia delante ni muy cerca del torso. Una vez agarrado a los puños, la maneta derecha de freno y la izquierda de embrague tendrá que ser fácilmente accionada por cada mano, siguiendo una línea recta desde el codo hacia las puntas de los dedos. En cuanto a los pies, estos deberán descansar sobre los estribos sin que tanto la palanca de freno derecha como la de cambio izquierda entorpezcan los movimientos de retirada, al parar, y colocación sobre su base al emprender la marcha. El giro de tobillo debe ser mínimo tanto para actuar sobre el freno como para hacer lo propio con la del cambio; esta última colocada muy alta obligará a separar el pie del estribo para subir o bajar una marcha, lo que indicará una posición de la palanca errónea. Pide que te ajusten la altura a la posición más cómoda para ti… que ya sabes que no es siempre la de todo el mundo. Si está montada muy baja, el simple hecho de subir marchas implica buscar con el pie la puntera de la palanca… De nuevo, un error e indicativo de que necesitas levantarla un poco más. Por cierto: recuerda que deberás rodar con botas específicas de moto provistas de protecciones, de modo que su ajuste debería efectuarse con ellas puestas. No lo olvides. Protección es sinónimo de seguridad en todo momento.

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Familiarízate con el manejo

Como ya hemos indicado, aquello de subirse a un scooter, arrancar y dar gas es tan sencillo como pensarlo y hacerlo. Otra cuestión es obrar del mismo modo con una 125 de marchas. De modo que toca familiarizarse con el manejo de la moto en todos los entresijos posibles… Algo que no debería preocuparte porque, en realidad, no son tantos y apenas se rigen por el sentido común, cierta maña y la “automatización” de los movimientos y acciones necesarias.

Lo más cómodo y seguro suele ser desplazarse a un lugar libre de tráfico para empezar a realizar la primera acción necesaria: arrancar y frenar. Los parkings de las grandes superficies cuando estas cierran son lugares extraordinarios para ponerlo en práctica. Ten siempre una máxima presente: a poco que la situación se complique, lo primero que tienes que hacer es accionar los frenos suavemente y, poco antes de detenerte del todo, plantar con seguridad ambos pies en el suelo. Recuérdalo en este orden: problemas, suave sobre los frenos y, al parar, seguridad al plantar ambos pies en el suelo. Te lo he repetido dos veces pero tú deberías hacer lo mismo, de manera mental, una y otra vez por muy “machacón” que parezca.

Con todo ello, lo que irás aprendiendo es a comprobar cómo funciona cada elemento de la moto en según qué casos. Así, arrancar y parar será una de las acciones más comunes entre el tráfico urbano y, una vez dominado este proceso, lo demás vendrá mucho más rodado, nunca mejor dicho.

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Potencia del motor, potencia de frenado, velocidad y marcha elegida

Bien, ya que estamos a los mandos de una moto de marchas, debemos tener claro que cada elemento tiene su importancia y será complementario a los demás. Así, en caso de rodar en primera velocidad, lo harás solo para arrancar y poco más. Una “primera” de 125 suele ser muy corta y no sirve nada más que para iniciar la marcha. Estirarla subiendo de forma exagerada el motor de vueltas no sirve nada más que para estropearlo calentándolo de manera innecesaria, con todo lo que ello conlleva.

De modo que una vez insertamos la primera velocidad y jugamos con la apertura de gas y el recorrido del embrague en la maneta izquierda, es posible que nos encontremos con una respuesta algo lenta, o poco “briosa”. Es aquí donde la acción de “hacer patinar más” el embrague se torna necesaria, sobre todo si buscamos salir rápidamente desde parado. Mucha atención a ello porque tiene su lado bueno y el que no lo es tanto: lo primero es que saldrás de manera más veloz para salvar la maraña de tráfico en un semáforo, por ejemplo, evitando ser engullido por lo que te rodea; lo peor es que si lo haces muy a menudo, el rendimiento del embrague acabará cayendo de manera peligrosa, calentándose los discos interiores que funcionan mediante fricción y obteniendo, como resultado, cada vez menos recorrido hasta quedarte sin posibilidad de usarlo. Y no, no es buen asunto eso de cambiar marchas “a capón”, sin tocar la maneta izquierda, al menos en salidas desde parado.

La conclusión es que necesitas “apretar el motor” al requerirle salidas fulgurantes porque, entre otros detalles, la potencia es igual o inferior a los 15 CV requeridos por ley. Y si te sucede esto al arrancar, algo parecido podría sobrevenir a la hora de frenar. Cierto es que una 125 cc no es capaz de alcanzar altas velocidades que, por lo general, flirtean con los 100 km/h indicados en la instrumentación. Sin embargo, una frenada de emergencia requerirá fuerza por tu parte a la hora de actuar sobre los frenos… Y digo “sobre los frenos” porque la potencia de frenada disponible exigirá trabajar tanto sobre el pie (freno trasero) como con la mano (freno delantero), tal y como sucede con los scooters (en esto se parecen demasiado). Aunque más baratos, los clásicos frenos de tambor contienen los precios de las motos más baratas, pero si puedes huir de ellos y hacerte con una 125 pertrecha de frenos de disco en el eje delantero y trasero, mejor. No hay color…

Y como estamos rodando con una moto de marchas, vamos a disfrutar de ello. Una vez emprendida la marcha, cambiaremos de primera a segunda rápidamente como ya se ha dicho más arriba. Rodar en primera no tiene sentido, y menos estirarla revolucionando el motor para nada. Con la segunda relación ya insertada, las maniobras a baja velocidad son bastante sencillas porque, entre otros detalles, una 125 deportiva, naked, retro o trail son lo más parecido a una bicicleta a la hora de “trialear” entre el tráfico urbano. Suele suceder con la segunda relación del cambio lo que con la primera, aunque menos exagerado: en realidad, no necesitas estirarla con espacio por delante, de modo que toca cambiar a tercera si el tráfico lo permite y te mueves en una zona donde está permitido circular a más de 30 km/h. Ten en cuenta que si estiras la tercera y vas a por cuarta, la velocidad de rodaje se verá incrementada con cierta celeridad… más o menos al mismo ritmo que tu corazón late mientras disfrutas del brío de tu 125 entre marcha y marcha. Por cierto: recuerda que pronto tendrás que parar, para lo cual deberás reducir marchas, una a una, mientras frenas; otra acción que no estaría mal entrenar en un espacio abierto y libre de obstáculos, tráfico incluido.

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¿Nos escapamos de la ciudad a carretera con la 125?

Es lógico que te asalte la duda. ¿Se puede o no salir con una 125 a carretera abierta? Claro que sí. ¿Por qué no? La limitación en cuanto a prestaciones es evidente, pero apenas deberás tenerlo presente al realizar una maniobra arriesgada como un adelantamiento, por ejemplo. Piensa que tu velocidad máxima flirtea con los límites establecidos en las carreteras convencionales de nuestro país, por lo que en este sentido poco podrás temer. Otra cuestión es intentar adelantar a la furgoneta de reparto de pan en sus trayectos entre un pueblo y otro, si esta ya circula muy próxima a la velocidad máxima que tu moto es capaz de desarrollar.

Tampoco está de más pensar en cómo se va a portar tu 125 subiendo un puerto de montaña. De nuevo, las limitaciones en potencia máxima pondrán freno a tus ansias de aventura durante el ascenso, donde tu peso será un hándicap en caso de que marques en la báscula más de 60 kilos. En este sentido también habría que sumar la acción del pasajero que, aunque bienvenido, recortará de manera considerable (y una vez más, en función de su peso) las prestaciones de tu 125 cc.

Lo cierto es que las posibilidades de jugar con el cambio, practicando una conducción de moto “grande”, es una de esas agradables sensaciones que se suman a las del control del paso por curva, agilidad y frenada mínima para aprovechar la velocidad disponible. Llena de verdad al motorista de pro, independientemente del carnet que se tenga guardado en el bolsillo de la chaqueta de moto, y te da una experiencia que poco a poco se irá sumando para, quién sabe si en un futuro, lanzarte hacia el carnet A2. Mientras tanto, y si no hay necesidad de más potencia o, simplemente, “más de todo” (incluidos gastos de mantenimiento, consumos de combustible, etc), ¿por qué no disfrutar de una 125 con depósitos que duran toda la semana y más allá? Aprovéchate de sus ventajas y disfruta del momento, siempre bien equipado y con una conducción responsable… Todo por muy poco dinero.