75 Aniversario Montesa

Del asfalto al campo

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75 aniversario Montesa
Daniel Navarro
Daniel Navarro

Los década de los 50 va finalizando. España ya no está en la situación de crisis de postguerra y la moto deja de ser, poco a poco, el vehículo utilitario por excelencia. SEAT fabrica el 600 y el 1400, Citroen el 2 CV y Renault el 4/4. La moto debe encontrar otro camino y Montesa lo vio claro desde el principio.


Son esos coches utilitarios los que provocan la primera crisis fuerte del sector de la moto desde su nacimiento en los 40 y 50. Unos vehículos, ahora asequibles para mucha gente, que antes eran objeto de puro lujo, son preferibles para el padre de familia que hasta ahora se movía con una de las 125 que en los 50 triunfaron y con alguna moto más grande, con sidecar, si las cosas le iban bien. En esta nueva coyuntura, la moto de campo puede ser una salida.

Dicen que Paco Bultó fue uno de los primeros en verlo venir. Desde luego, Bultaco tardó pocos meses en transformar su primera Tralla 101 en Sherpa «N» y «S» (todavía no es la famosa Sherpa T de trial) y en desarrollar toda la gama de campo, pero Montesa lo hizo antes. A finales de los 50, alrededor de 1958, en Montesa ya hay un prototipo muy especial que la gente de la fábrica apoda (no sé si con cariño o todo lo contrario) «la Cabra». Este mote le viene porque es una Brío 90 reconvertida a moto de campo, con manillar elevado, tubos de escape por arriba y con el colector vendado con amianto, una descomunal corona trasera, un asidero en la parte posterior del chasis y un cubre-cadenas recortado. Este «aparato» vale un poco para todo, entre otras cosas porque en aquellos años todo el mundo del off road está en pleno desarrollo. No hay reglamentos en España y no hay campeonatos como hoy día, pero empiezan a nacer carreras campo a través, unas de un sitio a otro, otras en circuito cerrado y poco después incluso algunas que consideran que poner el pie en el suelo penaliza y suma puntos negativos.

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Motocross: Brio Cross, Impala Cross y Cross 66

Pero en 1959 da comienzo el motocross como especialidad. La Federación convoca una campeonato ya muy parecido a lo que entendemos hoy por motocross (salvando las distancias, claro está) y en 1959 y 1960 lo ganan Derbi en «superiores a 250» y OSSA en hasta 250. En ambos casos son motos de asfalto reconvertidas. En el caso de OSSA, además, la poco conocida 175 de 4T de motor fabricado bajo licencia Morini. Para 1960 Montesa decide montar un equipo oficial. Contratan a un joven Pedro Pí, que procedía de Derbi, para que, entre otras funciones, pilote su nuevo prototipo de Brío Cross, una 110 S Monotubo, concebida para pilotos de asfalto y modificada para este nuevo propósito. Destacan el manillar alto, fuelles de horquilla, culata de aleteado especial y corona grande y refuerzos en los soportes de los guardabarros, que con ese motor de 16 CV en 125 (toda una proeza mecánica en la época) configuran aquella primera Montesa oficial de motocross.

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Esa Brío Cross (que oficialmente no tiene nombre) sirve hasta 1962 y, como cualquier moto de carreras, es difícil de definir respecto a sus cambios, ya que en cada carrera, en cada aparición de la moto, van cambiando cosas. En 1962, las últimas veces que aparece ya lleva ruedas de tacos, guardabarros elevados y se asemeja, cada día más, una auténtica «crossera». Pero en 1962 llegan las Impala y, con ellas, la primera Montesa de Cross fabricada en serie. Aunque de corta serie.

En 1963 nacen las Impala Cross 63. Deriva de la de asfalto e incorpora no excesivas novedades: llanas reforzadas, neumáticos de campo, suspensiones más largas y eliminación de elementos superfluos, como luces o cuentakilómetros. Llama la atención su depósito de gasolina, de plástico, en lugar de chapa y el cambio, de cinco marchas. Entrega 17 CV, con una compresión de 14:1 (una barbaridad en la época) contra los 10,5 de una Impala normal. Se fabricaron 75 unidades solamente. En 1964 aparece la 250, con motor de 23 CV, cambio de cuatro marchas y un original escape (en la 175 es igual) corto, que acaba bajo el motor. Este modelo estuvo en producción hasta 1965 y se hicieron más de 1.000 unidades, de las cuales una gran parte fueron al mercado norteamericano.

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En 1966 Montesa ya sabe que el mercado norteamericano está en ese momento de la moto como ocio. Allí se han vendido bien eslas Impala Cross (y otros modelos que veremos) y evolucionan la moto en una nueva gama que ya solo irá hacia arriba hasta los años 80. La siguiente se llama La Cross 66 y es una preciosidad, con deposito en dos colores, rojo y negro, separados por una fina línea amarilla, escape por arriba y cuidada terminación. Cuenta con motor de 250 cc con nada menos que 30 CV y más de 1.300 unidades fabricadas. Y ya se han metido en la dinámica del cross, ya sabes, una evolución cada poco tiempo. Esta La Cross 250 (que en USA también se llamó Diablo 250) se sustituye en 1968 por una moto nueva que lleva un nombre recuperado de un chiste del pasado, pero ahora convertido en algo muy serio y con un futuro esplendoroso: Montesa Cappra 250. Y las veremos en el capítulo correspondiente a su historia.

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Los inicios en el TT: Enduro 175, Texas y Scorpion

Los inicios de cross en España están claros. Los del trial, algo menos, pero también. El enduro, antes llamado TT, menos. Siempre hubo carreras campo a través, pero un Campeonato de España dedicado a esta modalidad solo se ve en los 70.

Sin embargo la propia evolución del mercado, sobre todo el americano, hizo que estas motos se desarrollaran casi en paralelo a las de cross. Tras aquellas Brío Cabra, las siguiente moto pensada «para todo fuera del asfalto» porta ya un nombre que la marca convertiría, años después, en mítico: Montesa Enduro. Esta moto tiene poco que ver con las famosas Enduro de los 70 y 80. Es más bien otra de las derivadas de la Impala, que se presentó en 1965 pensando en ese mercado americano. Está a medio camino en todo entre la Impala estándar y la Impala Cross, con un motor de 175 cc, 16 CV, cambio de cuatro velocidades y escape elevado con una paca metálica anti-quemaduras a la altura del asiento. Monta un cubre cárter de rejilla y se fabricaron 400 unidades de esta moto, que en 1966 se convierte en la preciosa Texas. Esta es una moto más evolucionada, presentada en 175 cc (muy pocas fabricadas) y en 250, con 21 CV, finalizada en amarillo, con aletas elevadas y unos acabados de auténtico lujo, para una moto de la que se vendieron más de 2.000 unidades.

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Esta moto se denominó en el mercado americano Scorpion, un nombre que después evolucionaría en la King Scorpion de 1970, una todo terreno de lujo pensada también para el mercado americano, pero de la que ya sí se vendieron algunas unidades más aquí. Destacan su chasis blanco, depósito en el clásico rojo, profusión de cromados, iluminación con batería y, sobre todo, el motor 250 ya con 22 CV y cinco marchas más un kit opcional con el que superaba los 30 CV. En EE.UU. servía para pasear o para correr pruebas tipo Baja, para todo. En 1972 la King Scorpion recibe una nueva carrocería terminada en naranja y algunas unidades en verde, con cuentavueltas, interruptores «Lucas» de lujo para una moto de campo y uno de los inventos menos afortunados de la marca: el Automix. Se trata de un sistema de engrase separado para evitar hacer la mezcla en la gasolina que servía para poco más que gripar el motor cuando fallaba. Pocas motos han llegado a nuestros días con ese sistema sin anular.

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Las Enduro definitivas llegarán poco después, en 1974. Pero eso, como ocurre con las Cappra, la veremos en su momento, en su capítulo particular.

El trial antes de las Cota

En efecto hubo modelos de trial en Montesa antes de las famosas Cota. Desde luego no alcanzaron su nivel de popularidad ni su éxito en competición, pero son motos muy interesantes que merece la pena conocer.

Dice la historia que, en España, la primera prueba con ese nombre fue el I Trial de Cataluña, organizado por el Biela Club en 1961. Y cuentan las historias de Montesa que el ganador fue Pedro Pí, con aquella Brío 110 S Cross de la que hablábamos. Era un trial, pero con matices. Ganaba el que tardaba menos tiempo en dar dos vueltas a un circuito de 33 km y tenía menos penalizaciones. Pero el tiempo era un factor decisivo en todo el recorrido, no solo en las zonas. Dicen también que la decepción, tras tan triunfal inicio, fue en 1964, cuando decidieron ir a un trial en Francia: las motos de cross/enduro/off road o como quieras definir a aquellos inventos, no estaban a la altura de un trial internacional. En Bultaco tenían ya, sin embargo, una Sherpa T desarrollada por Sammy Miller, que estrenó en competición aquel mismo año de 1964, unos meses más tarde. En Montesa no podían quedarse atrás e inician el desarrollo de la que sería la Trial 250.

Será una moto también derivada de la base mecánica más popular de la marca, con bajos del motor comunes con las Impala, cambio de cinco marchas especialmente calculadas para el trial, asiento monoplaza, depósito y escape específicos para ella, así como el cilindro, con una distribución también calculada para este uso. Los primeros prototipos usaron incluso una horquilla Earles en lugar de telescópica. Pronto desecharon esta opción porque el peso del tren delantero era enorme, en una moto que debe ser ligera de delante. A la serie pasaron nada más que 44 unidades.

De esta moto derivaría tan solo un año después otra de esas motos que inició una saga que merece, en este caso, no un capítulo aparte (que lo tendrá), sino incluso un libro, puesto que sigue viva: la Montesa Cota.

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