La saga KTM Duke cumple 30 años desplegando sus modelos naked más canallas

Si tenemos que resumir la familia de modelos Duke de KTM usando pocas palabras, términos como canalla o evolución deben aparecer sin ningún tipo de contemplación. Y es que la saga de modelos austriaca acaba de cumplir nada menos que 30 años. Fue en 1994 cuando los naranjas lanzaron la Duke primigenia. Por aquel entonces, montaba un bloque monocilíndrico de 609cc y quería conjugar las sensaciones de una supermotard en prestaciones y dinámica de conducción, con la ergonomía de una moto naked.

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Rompiendo con todos los modelos establecidos anteriormente, la KTM Duke fue todo un éxito; especialmente para quienes querían un modelo vanguardista y siempre muy centrado en el rendimiento por encima de todo lo demás. Cinco años en el mercado fueron suficientes para motivar un reemplazo, en 1999, con toda la experiencia adquirida y una fórmula nuevamente singular. La Duke II pasó de las formas redondeadas a las aristas y ángulos rectos que ya son costumbre en casi todos sus lanzamientos. Podemos decir que fue la primera en ser ‘puntiaguda’. No sólo era más potente, sino que añadía un cilindro más para un comportamiento ahora más equilibrado.

Llega el bloque LC8 y la mítica KTM Super Duke

Hubo que esperar algo más, 6 años, para ver a la tercera integrante. El año 2005 fue testigo del mayor salto en la gama con la 990 Super Duke. El principal protagonista era el bloque bicilíndrico LC8. Un motor que ya no abandonaría la saga y cuyas diversas evoluciones también aprovechan modelos de segmentos diferentes. Rápidamente, se convirtió en una moto muy querida por público y prensa, lo que le permitió evolucionar hacia una versión todavía más deportiva: la KTM 990 Super Duke R de 2008 centrada para el circuito.

Aquel año también se lanzó la KTM 690 Duke, modelo que quiso recuperar las raíces de la gama al volver a un esquema mecánico monocilíndrico y varios elementos provenientes del supermotard. A partir de 2011 le siguieron las hermanas pequeñas de menor cilindrada, las cuales ofrecían una filosofía similar, pero orientadas para los usuarios de carnet de coche, con la 125 Duke, y los poseedores del A2 con la 390 para 2013. Para diferentes mercados también se lanzó una variante de 200cc.

De nuevo sacuden el mercado con la Duke de 2014

KTM sacudió una vez más el segmento naked deportivo con un nuevo reemplazo de la saga Duke. El salto, como años atrás, volvió a ser brutal. La 1290 Super Duke R llegaba con un bicilindrico LC8 que crecía hasta los 1.301cc. Por aquel entonces, la popularidad trail no era la que es hoy, pero comenzada a ganar adeptos, y los austriacos respondieron con la Super Duke GT. Mismo motor, sí, pero en configuración adaptada para devorar kilómetros sin notar un cansancio excesivo. Un año más tarde aterrizó una nueva evolución de la 1290 Super Duke R centrada en la electrónica y un modo específico para volar en la pista.

Anteriormente, la marca naranja se había referido a sus Dukes como ‘The Beast’. Con el modelo de 2018 pasó a ser ‘The Scalpel’ o escalpelo. Un cambio de apodo que introducía una nueva era de ajustes electrónicos, más potencia y un estilo totalmente nuevo, si bien, seguía apostando totalmente por las formas afiladas. Esta es la antecesora de la actual KTM 1390 Super Duke R, el pináculo de la saga y su modelos más prestacional hasta la fecha. Nada menos que dos versiones, R y EVO, ilustran su filosofía: rendimiento y más rendimiento. Y por supuesto, una variada gama con cilindradas desde 125 para adaptarse a todos los usuarios. ¡Por otros 30 años más!