Prueba Honda CB 125 R: Café recién hecho

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Fotos de la prueba de la Honda CB125R
Daniel Navarro
Daniel Navarro
Honda ha renovado su estilo en la categoría de las naked. No ha optado por una nueva visión retro como el resto de las marcas japonesas, sino que han concebido modelos denominados Neo Sport Café que mezcla muchas procedencias, comenzando por la CB 125 R.


Honda suele hacer las cosas a su manera. Durante los últimos años han demostrado que rara vez entra la lucha directa por las ventas con motos parecidas a sus rivales y prefieren desarrollar conceptos nuevos. Es algo de agradecer, porque esta forma de hacer las cosas da lugar a motos tan originales y acertadas como las Africa Twin, X-ADV o CB 500. Y en esta línea le ha tocado ahora a una nueva gama naked.

Nos referimos a las nuevas CB-R. Se trata de una gama compuesta por tres modelos, 125, 300 y 1000, que conforman una gama bautizada como Neo Sports Café. Con esas tres palabras está prácticamente todo dicho: es un concepto nuevo de deportivas y tienen un cierto estilo retro que recuerda a las «café racer». Pero no son motos retro en el estricto sentido de la palabra. Ni mucho menos.

La Honda CB 125 R es la más pequeña de esta nueva gama. Se define como una monocilíndrica de mecánica derivada en la presente en la CBR 125 que llama la atención por unas líneas verdaderamente bien dibujadas. Además, es una 125 cc diferente, que se destaca de las anteriores «octavo de litro» diseñadas por la marca. En esto de diseñar motos de 125 hay dos escuelas. Por un lado, marcas como Yamaha, que prefieren hacer motos de tamaño y aspecto de moto grande, muy atractivas al ser muy parecidas a motos de superior cilindrada: Por otro, firmas como KTM o Suzuki, partidarios de minimizar pesos y tamaños para permitir así unas prestaciones más punteras al maximizar la relación peso potencia. Honda siempre ha sido uno de los mejores ejemplos de este segundo estilo.

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La CBR 125 R, por ejemplo, es una muestra de este aspecto. Las primeras, sobre todo, eran pequeñas y muy ligeras. Con horquillas y ruedas estrechas más componentes dimensionados a esa potencia, era menos impresionante de aspecto que sus rivales. Pero más rápida, ágil y divertida.

La nueva CB inaugura un nuevo estilo también en este sentido, sin renunciar a lo acertado del planteamiento de ligereza en una «octavo de litro». Así, la moto pesa, en orden de marcha, poco más de 120 kg, pero esta vez no se ha querido llevar esa ligereza al extremo, por lo que ruedas, horquilla, chasis, y resto de componentes se ven más fuertes y dimensionados que en ocasiones anteriores. De este modo se ha buscado también que la moto entre por los ojos mediante una apariencia de naked realmente deportiva. Es más grande que aquellas primeras CBR o que las CB 125 F, su hermana básica, pero sigue sin ser una moto grande y pesada como otras rivales, por lo que el motor de dos válvulas que emplea no necesita alcanzar los 15 CV para lograr un nivel de prestaciones elevado, de los mejores de la categoría. Además, con una suavidad de marcha al alcance de pocas rivales.

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El chasis es de acero, pero han conseguido que entre por los ojos y sea ligero, así que no hay necesidad de emplear uno carísimo de aluminio. Igual ocurre con el basculante, también en acero, pero con muy buen aspecto. Por otro lado sorprende con soluciones como el uso de una plataforma inercial IMU, algo que acostumbramos a ver en motos grandes y caras, y que se usa para informar de la posición exacta de la moto a componentes como el control de tracción, el anti-caballitos o el ABS con intervención en curvas. En este caso se emplea para mejorar la respuesta del ABS de dos canales, una primicia en su segmento. Otro detalle interesante: la iluminación está completamente formada por LED. En las suspensiones, delante cuenta con una horquilla invertida de 41 mm que le da el «look» sport que se busca y detrás un monoamortiguador central con precarga de muelle regulable. Ambos componentes tienen un tarado medio, consiguiendo al tiempo suficiente comodidad pero buen tacto y aplomo en conducción deportiva. Las ruedas, de 17″, se van a las medidas típicas de las 125 cc actuales, con un 150 trasero.

Los frenos están a la altura requerida. Delante emplea un disco ondulado de 296 mm, con una pequeña pero efectiva pinza Nissin de anclaje radial y cuatro pistones. El disco trasero es del mismo tipo, con pinza de dos pistones y no lleva frenada combinada, sino que se ha optado por un sistema ABS que, en este caso, cuenta con la información añadida de esa plataforma inercial para mejorar la eficacia de su intervención. Todo un lujo.

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El motor deriva del empleado por la CBR 125 R. De muy fácil uso, no es de los más potentes de la categoría (Honda nunca ha querido llegar al límite de los 15 CV) y prueba de ello es que sigue montando una culata de dos válvulas, más simple que las habituales de cuatro válvulas en motos sport. Pero lo cierto es que el motor destaca por su suavidad y por su buena respuesta.

Honda CB 125 R: En marcha

Debe ser porque el motor es conocido o porque, en el fondo, sabes que es una Honda, el caso es que te esperas suavidad, buenas prestaciones y comportamiento intachable en una moto no muy grande ni aparatosa, sino más bien contenida de tamaño y peso, manejable y ágil. Como siempre. Y así es como te encuentras la CB 125 R.

EN CIUDAD

Las primeras marchas tienen un escalonamiento ideal en ciudad. Te permite subir de vueltas si es lo que quieres o salir cambiando velocidades, sin tanta prisa, disfrutando del buen par y la suavidad del motor. Es una moto muy agradable, no muy grande y suficientemente estrecha y ágil como para pasar con comodidad entre coches. No es tan pequeña y ágil como, por ejemplo, su hermana CB 125 F, más pensada precisamente para este uso. Pero el tacto general, el motor, los frenos, suspensiones y demás están muy por encima en sensaciones que los que transmite la básica CB.

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EN CARRETERA

Alcanza los 116 km/h de velocidad máxima, lo que la sitúa entre las mejores 125 en velocidad punta, con unas aceleraciones también entre las mejores de la tabla.

Honda CB 125 R: Así la vemos

Resulta un modelo polivalente, capaz de servir igual e bien en el día a día ciudadano, donde pocas 125 cc resultarán más ágiles (solo algunas ligeras y «aburridas» básicas), o en las carreteras de curvas donde buscas diversión, con buenos bajos, pero poco perezosa a la hora de subir de vueltas. Tiene chasis y parte ciclo más que de sobra para superar esos 13 CV y subir hasta los 15 CV, aunque tal y como está roza las prestaciones de las mejores 125 cc de la categoría. Sus razones tendrán los ingenieros de Honda: ¿mayor peso de la culata de cuatro válvulas?, ¿respuesta en bajos? Pero el dato más relevante es el consumo, con un ínfimo 2,79 l./100 km, lo que equivale a una autonomía de 362 km. El cambio, además, tiene un escalonamiento perfecto. La 6ª es un poco larga. Llaneando no es fácil verla a tope de vueltas. A poco que tengas viento a tu favor o algo de bajada, entonces sí demuestra que puede llegar a ser muy rápida. El pasajero tiene un sitio un tanto justo, con el asiento y las estriberas algo elevadas. Es muy cómoda para el piloto, tanto por posición de conducción como por asiento y mandos.

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En equipamiento podría mejorarse con detalles como el caballete central (difícil, con el escape por ahí, pero posible) o con una pantalla TFT en el cuadro, como llevan algunas de sus rivales de prestigio, pero la iluminación «full LED» o la plataforma inercial IMU de su sistema de ABS también merecen la máxima consideración. En autovía es una de las mejores 125 cc del mercado. Por su capacidad de mantener una velocidad de crucero por encima de los 100 km/h ya merece una alta puntuación en este aspecto.

CON PASAJERO

No es su mejor faceta, pero cumple sin más como una supersport tradicional. El generoso par hace que ir acompañado no signifique un obstáculo para sus cualidades dinámicas.

 

Honda CB 125 R