Vamos a 300

Los denominados 300 (aunque en la mayoría su cilindrada real se queda entorno a los 275 cc) supondrán una auténtica revolución en el terreno de los scooter. Haciendo un poco de memoria (sólo hace falta remontarse a tan sólo cinco años), los maxiscooter eran una minoría sin ninguna relevancia. Mientras que en Italia, por ejemplo, el Yamaha T-Max se afianzaba como alternativa a la moto, en España era un segmento irrisorio, dominado, sin demasiados alardes, por el Suzuki Burgman 400 y el Yamaha Majesty 400. Pero se impuso la lógica: lo que ocurre cerca de nuestras fronteras, al final cala también entre nosotros. Así ocurrió en su momento con las modas trail y naked en motos o los monovolúmenes en coches. Ahora le toca el turno a los 300. Todas las marcas lanzan representantes de esta nueva división, tanto que en un futuro próximo sobrepasarán a sus parientes de -cuarto de litro-. Y ello invita a una reflexión.

El imparable auge de los 125 tiene su razón de ser en todos aquellos que nunca se han planteado dar el paso de sacarse el carné de moto para conducir otras de mayor cilindrada. Pero muchos, muchos de los que se benefician de esta convalidación sí han dado o darán ese paso. El motivo fundamental es que una 125 es muy práctica en el medio urbano, pero si nos adentramos en el extrarradio, la cosa cambia. Si has tenido que adelantar un autobús en una vía de circunvalación o en una de las autovías que desembocan en las grandes ciudades con una -octavo de litro-, habrás echado en falta esos km/h más. Por eso, el paso lógico eran las 250, pero el panorama cambia con la llegada de las 300. No es que tengan más potencia que las 250, sino, sobre todo, más par, lo que es sinónimo de más aceleración. Si eres de los que convives a diario en la -jungla de asfalto-, estarás conmigo que ello significa, muchas veces, más seguridad. Bienvenidos los 300.