Mal rayo me parta

editorial 1
Mal rayo me parta
Ramón López
Ramón López


Uno de los versos más conocidos de Don Juan Tenorio (José Zorrilla) me viene a la perfección para expresar la sensación que me ha quedado tras el último movimiento de nuestro gobierno respecto al tema motos, en concreto de los ciclomotores y motos eléctricos. Mejor dicho, de la ausencia de movimiento. Si la retahíla de despropósitos a las que nos llevó el anterior gabinete socialista fuera poco, resulta que ahora, ya bien entrada la legislatura popular, estamos todavía peor.

La razón es que no sólo hemos asistido a una inquietante falta de iniciativas de ningún tipo por parte del actual Ministerio de Interior, más allá de vacuas campañas en las que se anima al motorista a abrocharse el casco o a todos los españoles a dirigirse al trabajo andando… (si es que tienes trabajo), sino que cuando se actúa, se deja al segmento de la moto totalmente marginado.

Todo esto viene a colación del nuevo plan oficial de ayudas a los vehículos eléctricos que, según el Real Decreto 294/2013 deja al margen a los vehículos de dos ruedas. Al menos el anterior plan socialista sí las tenía en cuenta ¿Cómo es posible que el que se considera vehículo más adecuado para favorecer el tráfico urbano por dimensiones, costes y emisiones quede fuera de una estrategia que, en palabras textuales, «pretende no sólo fomentar tecnologías más eficientes y ecológicas, se trata además de facilitar una mayor utilización de este tipo de vehículos a efectos de contribuir a un mejor aprovechamiento de las energías renovables, favorecer la reducción de emisiones en los puntos de mayor concentración de las mismas y disminuir la dependencia de los productos petrolíferos, así como la oportunidad de situar a España en un lugar destacado en un mercado claramente emergente». ¿Se puede ser más falaz?

De la mano de decisiones políticas absolutamente incoherentes y no contentos con el desmantelamiento de una estructura industrial que durante décadas ha ofrecido puestos de trabajo, tecnología y prestigio a nuestro país, ahora nuestros actuales políticos afirman sin impunidad que «por lo que se refiere a las motocicletas, actualmente existe una mayor oferta que contribuye a obtener las mejoras medioambientales y de eficiencia energética prevista, con unos costes competitivos, por lo que no se considera tan necesario mantener el apoyo a este tipo de vehículos».

Esto es lo que yo llamo morir de éxito: castigar a quien hace bien su trabajo. Mientras firmas de primer orden como BMW, Peugeot o KTM muestran que el futuro pasa por el propulsor eléctrico, en España se deja a su suerte a pequeñas empresas como Alfer, LEM o Volta que están haciendo lo imposible para garantizar un futuro para el sector en nuestro país. Y no queda aquí el discurso, añadiendo que «para lograr su éxito (del nuevo plan) es importante promover una mayor utilización del vehículo eléctrico en España». La conclusión es que la moto sigue siendo únicamente un problema en la mente de nuestros responsables políticos, jamás una solución, y que mantienen la táctica de «muerto el perro, se acabó la rabia». Y yo digo, «cuán gritan estos malditos, pero mal rayo me parta si en terminando esta carta, no pagan caros sus gritos».