Destino oculto: hasta siempre Bernat y Dani

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Destino oculto: hasta siempre Bernat y Dani
Ismael Bonilla
Ismael Bonilla
El pasado domingo llegué a casa tarde después de un fin de semana de celebraciones, muy feliz, pero muy cansado de tantas emociones. El plan al llegar a casa era inmejorable: ver en directo la segunda carrera de SBK en Laguna Seca, y nada más terminar, la película Destino Oculto que echaban en La 1.


El argumento de la película no es algo nuevo. Trata de que la vida -o algún ser superior conocido o desconocido- tiene un plan para cada uno de nosotros, y que difícilmente éste puede ser cambiado. Es una idea sobre la que, quién más quien menos, alguna vez ha pensado. No es este un concepto con el que yo comulgue demasiado. La idea de que todo está escrito, y que da igual lo que hagamos, no me seduce lo más mínimo. Yo siempre he pensado que nuestro futuro, bueno o malo, depende de nosotros mismos, de nuestras acciones y decisiones en una vida a veces demasiado difícil. Lo que pasa es que a veces suceden cosas que me hacen replantearme y hacen tambalear este convencimiento mío.

El año pasado en Motorland fue una de esas ocasiones. Organizaba una rodada y sucedió una desgracia que por más vueltas que le daba, no podía creérmelo. Un joven piloto amateur, Ricardo, perdía la vida a final de recta después de un cúmulo de circunstancias que ni en un millón de años podrían volver a repetirse todas juntas y en ese orden concreto. Mientras veía el video del accidente en la sala de control del circuito, y sabiendo el fatídico resultado final, no me podía creer cada una de las cosas que se iban sucediendo una detrás de otra. De verdad que parecía que alguien estaba manejando la situación desde arriba con un Joystick, como si de un cruel videojuego se tratase. Tan cruel como real.

Anoche terminé de ver «Destino Oculto» y me fui a dormir. Sobre esa hora más o menos debía estar comenzando la segunda carrera del campeonato MotoAmérica en la que Dani Rivas y Bernat Martínez tomaban parte. Una carrera que, por desgracia, ya todos sabemos lo que ocurrió.

A Dani no le conocía personalmente, sólo de vista en algún circuito. Pero si tengo muchos amigos en común con él y todos coincidían siempre en resaltar todas su virtudes, como piloto y como ser humano. Como piloto, valiente y talentoso como pocos. Como persona, con un gran corazón, siempre dispuesto a ayudar a los demás y muy amigo de sus amigos. Muy carismático.

BernatCon Bernat si tuve la fortuna de coincidir en muchas ocasiones. De hecho compartimos parrilla de salida muchas veces. Era un currante de la moto como ha habido pocos. Mantenía intacta su ilusión por las carreras, y eso a pesar de que llevaba toda una vida corriendo – y luchando-. Pero confiaba en sus posibilidades de triunfar allá al otro lado del charco, y lo estaba logrando. Se estaba haciendo un nombre muy grande en USA, ya que en España siempre tuvo dificultades para reunir recursos y que su esfuerzo se viera justamente recompensado. Aún recuerdo en 2008 cuando Bernat recibió una llamada de Fórmula Moto para compartir con nosotros una gélida jornada de pruebas en Albacete, para probar todos los modelos de R1 y R6 hasta esa fecha. Su entrega y actitud hacia nosotros fue ejemplar, y su implicación por el éxito de la prueba fue de admirar. Ese fue sólo un pequeño ejemplo de todo lo que Bernat era.

Siempre que perdemos un miembro de nuestra familia motera, algo de todos nosotros se va con ellos; desde un aficionado haciéndose unas curvas en un puerto de montaña, hasta un piloto amateur, o hasta dos superpilotos como los que nos acaban de dejar. Siempre es injusto y doloroso que esto suceda, siempre. Pero coño, que tengan que verse involucrados dos de NUESTROS pilotos en un mismo accidente, a miles de kilómetros de aquí, no es sólo que sea injusto, cruel o doloroso; es que es insoportable, por mucho que quienes nos ponemos un casco y salimos a un circuito sepamos que estamos expuestos a una serie de riesgos.

Dani y BernatYo ya no se si hay algo o alguien que nos maneja, si hay o no un destino oculto; casi es mejor no pensarlo porque puede uno volverse loco. Pero me quedo con el consuelo que se fueron haciendo lo que mejor sabían hacer, lo que les hacía – y nos hacía- felices y por lo que todos les admirábamos. Me quedo con que, aunque se fueron jóvenes, demasiado jóvenes, en su vida han vivido muchas más emociones que la mayoría de los mortales, y han tenido una vida plena. Han perseguido su sueño hasta el final, sin miedo, porque el miedo es el peor de nuestros enemigos.

Mis más sinceras condolencias a sus familiares y estad seguros, que nunca les olvidaremos.