Mis cinco curvas del mundo favoritas

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Mis cinco curvas del mundo favoritas
Ismael Bonilla
Ismael Bonilla
Entre carreras y presentaciones de nuevos modelos, rondan la cincuentena los circuitos del mundo que he visitado. Cada uno de ellos tiene su encanto y su misterio, pero he querido hacer un "top five" con las cinco mejores curvas que me he encontrado por el mundo.


5º lugar: La Parabólica de Monza
 
Monza, el templo de la velocidad. Un circuito enclavado en un parque en el medio de la ciudad de Monza. La contrarecta de atrás es casi tan larga como la de meta. Independientemente de la moto, se llega en 6ª muy por encima de los 250 km/h. Se reducen tres marchas frenando fuerte, y sabes que lo has hecho bien si la rueda de atrás empieza a oscilar. Te tiras hacia dentro y estás durante unos cuantos segundos totalmente plegado en 3ª velocidad bien alto de vueltas. Empiezas a dar gas muy inclinado para preparar la entrada a la recta larga de meta, y es cuando la rueda trasera comienza a derrapar como si la parte trasera quisiera adelantar a la delantera. 4ª, 5ª, 6 ª y,  ¡a por los 300 km/h!gi25277

4º lugar: Final de recta de Mugello
 
Mugello, otro circuito de los antiguos. De los buenos, y enclavado en un paraje espectacular. No quiero hablar de la frenada de final de recta, sino del cambio de rasante de unos metros antes que aún forma parte de la propia «recta» (la recta de Mugello no es exactamente una línea recta). Es sobrecogedor llegar cerca de los 300 km/h con una 1000 y encontrarte con un desnivel hacia arriba sin ver absolutamente nada de lo que se esconde detrás. Si las MotoGP llegan a ese punto a unos 330 km/h y no cortan ni una pizca de gas, pues yo no iba a ser menos con la Aprilia RSV4R, ¿no? Eso sí, os aseguro que me costó unas cuantas vueltas llegar a hacerlo a fondo. Porque impresiona, y mucho.
 
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3er lugar: Curvas de «la ballena», Circuito Yas Marina de Abu Dhabi
 
Son dos curvas seguidas de izquierdas no especialmente complicadas, ni con nada que las haga muy especiales, salvo el entorno en el que se encuentran. Son las dos curvas del circuito que pasan justo por debajo del imponente hotel con forma de ballena que alberga el circuito emiratí. Se encuentran a escasos metros del puerto deportivo del circuito – con escasos quiero decir no más de 100 metros-. Es una experiencia única el rodar en esa pista, y más aún en esa zona, pegado a los yates de los jeques, bajo el contraste sol/sombra que proporciona pasar por debajo del hotel. Guardo un buen recuerdo de ese momento. ¡Y eso que me caí en esa curva con una nueva y flamante Panigale S!
 

2º lugar: Carrusel de Portimao
 
La primera vez que te dejas caer por el carrusel del circuito portugués de Portimao piensas: «No puede ser, se han confundido al construir esto. ¿Qué se fumó el diseñador de esta pista?» Pero cuando has pasado unas cuantas vueltas y te quitas el miedo del cuerpo, empiezas a disfrutar de lo lindo descendiendo por esa montaña rusa. Es complicado hacerla deprisa. Se sale de una curva lenta de derechas en segunda y sin apurarla, metes 3ª justo antes de tirarte hacia abajo. En ese momento tienes dos opciones: o bien cortas un poco de gas para que la moto no se te de la vuelta (es lo más habitual), o bien lo haces gas a fondo pisando un poco el freno trasero. Esto me lo explicó Troy Bayliss «in situ», aunque a él le salía «un poquito» mejor que a mí.
 
1er lugar: Hípica del Jarama
 
Hay curvas que gustan mucho y no sabes muy bien porqué. Normalmente, esas curvas que te gustan mucho también se te dan especialmente bien. No estoy seguro si me gusta porque se me da bien, o se me da bien porque me gusta. Ese es mi caso con esta zona de curvas de «mi» circuito. Fue el primer circuito «grande» al que entré en mi vida con 15 añitos (hace ya casi 20 …) Y siempre me gusto la «hípica». Cuando corría en 250 GP o en Supersport o en Extreme en el CEV, nunca vi a ningún piloto hacer esa zona más rápido que yo. Después de coronar la también excitante rampa Pegaso en 4ª, se sube a 5ª sin apurar la 4ª, te pegas a la parte izquierda del la pista, levantas un poco tu cuerpo sin tocar en freno y te tiras con decisión hacia el ápice interno de la rapidísima curva de derechas. Le sigue una preciosa bajada con una suave chicane izquierda-derecha acabando en una frenada media. Un auténtico placer.