Cadena de despropósitos

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Cadena de despropósitos
Ramón López, director de Fórmula Moto, repasa la actualidad de las dos ruedas que tristemente se centra en el cierre de la fábrica Suzuki de Gijón, la normativa del carné A2 y como el Plan PIVE castiga al sector motociclista.


Suzuki cerrará su fábrica de Gijón el próximo marzo. Entre las marcas japonesas, tan sólo Honda mantiene una cadena de pintura y la fabricación de las Honda-Montesa de trial, un volumen marginal para el potencial de sus instalaciones.

Si echamos la vista atrás, recordamos que nuestro país era toda una referencia en el ámbito de la producción, ya que ningún país europeo tenía en sus fronteras fábricas de tres de las cuatro grandes marcas japonesas de motos. A partir de los ’80, Honda, Suzuki y Yamaha hicieron resurgir de sus cenizas un tejido industrial que alcanzó su cúspide a principios de los ’70. Con la espantada de los japoneses desde 2009 y la reducción a la mínima expresión de Derbi dentro del conglomerado Piaggio, tan sólo firmas de especialistas en motos de campo como Gas Gas u OSSA y en pequeñas cilindradas como Rieju o MotorHispania incluyen, a duras penas, el sello «made in Spain» en sus productos.

Y esta debacle no es sólo producto de una situación económica desfavorable. Durante los últimos cinco años, en España hemos asistido a una sucesión de decisiones políticas que no han hecho más que hurgar en la herida de un sector de la moto ya en caída libre. El problema es que esta inercia no parece tener fin. En estas fechas entra en vigor la nueva normativa del carné de conducir en Italia con el nacimiento del A2. Sin embargo, se trata de una modalidad con detalles sustancialmente diferentes del presente en España. Así, los motociclistas italianos pueden acceder a modelos sin limitación de potencia (carné A) cuando superen los 24 años y sin necesidad de pasar previamente por los dos años de posesión del carné A2. De este modo se ahorran costes en la obtención de los carnés, lo que incide en un mayor número de accesos y un reflejo directo en las ventas y en la actividad general.

En España no, aquí se trata de aumentar las trabas, de poner obstáculos. Cómo se entiende, si no, que las motos queden al margen de un plan PIVE para renovar el parque de vehículos por otros más eficientes. Habiendo hecho las cosas con una perspectiva constructiva, ahora no estaríamos lamentando la pérdida de más puestos de trabajo y la progresiva destrucción de un sector que históricamente ha aportado tantos éxitos y valores a nuestro país en todos los órdenes. De nada servirán las victorias de nuestros pilotos en competiciones internacionales si detrás de ellos va creciendo un vacío cada vez mayor.