Mano de Ángel

Villamor1
Mano de Ángel
Fórmula Moto
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Cuando un piloto de motos sufre una caída, resultan bastante evidentes todos los inconvenientes que eso conlleva. Pérdida de confianza, daños en la moto y el dineral que cuesta la reparación, y lo peor de todo, posibles lesiones físicas. Pero como a mí siempre me gusta sacar lo positivo de toda situación, incluso una lesión puede tener algo bueno. En mi caso -y en el de muchos otros-, fue que pude conocer al Dr. Ángel Villamor y de esto hace ya ocho años. Fue en una operación de escafoides que me produje por tonto (gomas frías) cuando corría el CEV. Ángel es una de esas personas que merece la pena conocer, casi tan difícil de contactar con él como buena persona que es. Quiero utilizar mi blog esta semana para hacerle un pequeño homenaje, porque como algunos sabréis, recientemente ha hecho conmigo unos de esos -milagros- a los que nos tiene acostumbrados. Voy a compartir con vosotros una entrevista que le hice hace tres años para fM y que no tiene desperdicio. Espero que os guste.

El traumatólogo Ángel Villamor es de esas personas que engrandecen el motociclismo en todas sus facetas. Siempre que un motorista le necesita, hace un hueco en su apretadísima agenda, tanto  para atender a un chaval que empieza en el CEV, como cuando le tocaba restaurar a Sete Gibernau su maltrecha clavícula. ¡Todo un ángel!

«La primera vez que oí hablar de Ángel Villamor fue en 1995. En las -24 horas de Montmeló- de aquel año, David Vázquez, Fernando Cristóbal y Javier Marsellá estaban a punto de ganar la carrera, pero una rotura de motor en su Yamaha a final de recta, no sólo les costó la victoria, sino que propició una caída que a punto estuvo de costarle la mano derecha a Marsellá. Tan fea fue la caída que el primer diagnóstico de los médicos del circuito sugería la amputación. Ángel Villamor entró en escena, y no sólo no hubo amputación, sino que en pocos meses Marsellá volvía a correr. Aunque para un piloto de carreras, las lesiones, en mayor o menor medida, forman parte de su vida, este doctor-motero ayuda a que sea todo más fácil.

Ángel, ¿cómo has acabado siendo el médico de los pilotos?-Siempre me gustaron las motos. Cuando acabé la carrera, busqué un centro donde hacer la especialidad dirigida al deporte, y la primera referencia fue la clínica Dexeus en Barcelona. Desde allí, el Dr. Vilarrubias, lo máximo en traumatología deportiva, me incluyó en el cuadro médico de la Federación Española, y ya en 1990 empecé a hacer el Europeo. En la primera carrera, al ver que un piloto español no pasaba por meta, cogí mi maletín y me puse como loco a correr por el circuito buscándole. Luego me enteré que les llevaban en ambulancia a la clínica. Poco después aterricé en el Mundial, en el que estuve 6 años y viví muchas experiencias. En ocasiones tenía que operar en países remotos, con pocos medios y hasta con un traductor simultáneo. A Crivillé le salvé la mano en EE.UU.-¿Cuántos pilotos han pasado por tus manos?-No sabría contarlos, Crivillé, Puig, los Nieto, Sito–¿Qué opinas de los pilotos?-Es bestial. Tienen una fuerza de voluntad que va por encima del dolor, una especie de neura. Conocen su cuerpo mejor que cualquier otro paciente, saben cuándo un dolor es importante o no, cuándo se intensifica o cuándo va a mejor o peor. Yo le debo mucho a los pilotos de motos, son un banco pruebas. Gracias a sus ganas he establecido unos protocolos que luego aplico a mis pacientes de a pie. Nos gusta ser innovadores, y en gran parte es gracias a ese punto de locura de los pilotos. Un paciente normal lo que quiere es curarse; un piloto sólo quiere volver a correr cuanto antes. Gracias a esto, nos permite acelerar también plazos de recuperación con garantías en pacientes no-pilotos. Por ejemplo con el escafoides, una lesión muy típica en pilotos, yo he visto cómo estos se han recuperado de la operación al 100% en menos de un mes, cuando lo tradicional son tres o cuatro meses de baja. La audacia de los pilotos ha colaborado extraordinariamente en que la ciencia de la traumatología avance-.Aparte del escafoides, ¿alguna otra lesión típica?-Hay una lesión exclusiva de pilotos, y que alguna vez se da en escaladores. El síndrome compartimental, por el que los antebrazos pierden fuerza y se agarrotan. Con una sencilla operación se corrige. Lo suelo presentar en conferencias, y mis colegas me tachan de loco. -¿Qué es eso de síndrome compartimental?-, me dicen. Es una patología muy específica, lo que le pasó a Freddie Spencer (algo que recordarán lectores más veteranos) y que acabó apartándole de las carreras-.¿Y qué me dices de los toreros? También te has hecho muy popular en ese mundillo.-El apoderado de un famoso torero es amigo de Ángel Nieto y un día me lo trajo a la clínica con un buen problema. Estaba mal operado y le habían diagnosticado cuatro meses de recuperación. Cuando yo le dije que en tres semanas estaría toreando de nuevo, se levantó y le dijo a su apoderado: -vámonos, que este payo me quiere engañar-. Nieto le paró, y a las tres semanas me brindó un toro y cortó dos orejas. Se corrió la voz y… al toro-.¿Por qué tienen tanta demanda tus servicios?-¿Algo haremos bien no?- (Angel se ríe). -Yo creo que el secreto es la innovación.

En medicina no puedes quedarte nunca estancado. Tienes que estar al día, informándote, viajando- Por ejemplo, con Sete Gibernau, en su última lesión de clavícula le inyectamos células madre -ya en EEUU se había probado esto para fracturas complicadas-. Antes de Sete, lo hicimos en tres casos más. Son fracturas que no acaban de consolidar. Esto permite ahorrar ciertas operaciones con igual o mejor efectividad-.Cuéntame algún caso -que te haya tocado la fibra-.-Es difícil decantarse por uno concreto. Todos los pilotos son muy cariñosos, muy entregados. Gente joven, muy trabajadora y con muchas ganas de curarse. A mí me dejó marcado el caso de Wayne Rainey. Fui el primero en atenderle -in situ- en el circuito de Misano en 1993. Yo era el director médico de aquella carrera. Tumbado en el suelo, fácilmente se le podían apreciar varias fracturas en los pies, pero al preguntarle si le dolían me dijo, -ni siento ni puedo mover las piernas-. Eso fue muy duro. Luego también he tenido casos que me han llenado de satisfacción, como por ejemplo Julián Miralles Jr. hace un par de años. Nos lo trajeron en pésimo estado desde Mugello. Ver a un chaval tan joven y tan mal es muy difícil de digerir. Prácticamente tuvimos que recomponerle el tobillo entero sobre una mesa de quirófano, y luego volver a colocárselo. Por eso, cuando en pocos meses le ves de nuevo compitiendo, te sientes muy afortunado de hacer lo que haces. Sólo quería recuperarse para volver a subirse a la moto-.La primera vez que me operaste, me sorprendió lo joven que parecías -o lo bien que te cuidabas-. De esto hace 5 años. ¿puedo preguntarte tu edad?-Ja, ja-Claro, tengo 41. Creo que es una edad muy buena para la medicina. El equipo que estoy formando tenemos todos en torno a esta edad. Tenemos experiencia, pero a la vez ganas de aprender. A un tío mayor le cuesta más meterse en cosas nuevas-.Dime lo que quieras--He sufrido tanto al lado de los pilotos-Yo fui campeón de Castilla junior de judo. Cuando entré en las motos, me sorprendió que fuese un deporte que dependiese tanto de la suerte, no en el momento de la carrera en sí, sino de las circunstancias que lo rodean.  Exige estar con la cabeza muy despejada y en buena forma física. Cuando se pierde forma, viene el cansancio, te desconcentras y te caes. Y vienen las lesiones. Debe existir un equilibrio físico y psíquico. Es muy sacrificado. Se ha profesionalizado mucho, quizá demasiado. Me da rabia que no todos los pilotos tengan las mismas oportunidades, precisamente porque es tan sacrificado. Las circunstancias en las motos no dejan de ser un handicap que distancian a unos de otros. He visto muchos disgustos y frustración en muchos pilotos, y me da mucha rabia y pena. No hay ninguna otra disciplina así, no hay esa dependencia ajena-.¿Las carreras de motos hacen perder la razón a los pilotos?-Es increíble. He tratado pilotos con el brazo colgando preguntándome si pueden correr una carrera en tres semanas. Esa concentración máxima necesaria, combinada con el esfuerzo físico, hace que en el momento de la competición estéis totalmente fuera de este mundo. Ese momento es como una droga, un estado de nirvana que no existe en ningún otro deporte ni actividad-.Un consejo…-Se descuida trabajar la psicología, se empieza cada vez más joven, niños, y eso es delicado. Hay que trabajar el físico y la mente, pero que los chavales no dejen toda su vida por las carreras. Pero aún no hay esa cultura de trabajar la mente en los pilotos, y eso marca muchas diferencias. Cuando se empiece a trabajar en serio ese aspecto, se verá una mejoría importante-.

Gracias por ser un motero más».