SUPERPRUEBA BMW R 1200 GS por las Rutas Moteras

Tú, querido lector, apasionado de la moto dudarías… ¿o no? ¿Qué moto elegirías en esta incómoda tesitura? Estás cansado, quieres protección y «algo» cómodo, suave, fácil de conducir y veloz. O al final te resignas y aceptas el destino. ¿Mejor en coche?

Te lo voy a contar de primeras para que luego no te lleves a engaño. Este texto que vas a leer no es objetivo. No puede serlo. La BMW R 1200 GS es una de mis motos favoritas. He tenido cuatro. Sí, has leído bien, cuatro. Aunque ya hace tiempo… ¡20 años! Y todas de la primera serie de GS100 con paralever, carburadores y 60 CV, la segunda generación de las GS, tras las pioneras presentadas en el Palacio de los Papas en Avignon (Francia) en 1980. Con estas bóxer (¿venerables?) he recorrido Europa de cabo a rabo, de Madrid a Capadocia en Turquía. También el norte de África, incluyendo Marruecos, Túnez y Argelia. Unos 200.000 km. Y si te parece poco, también he competido en Rallyes sobre asfalto, Supermotard y hasta carreras en circuito. ¡Y todo con la misma moto!

Pero no te contaré más «batallitas» y volvemos al párrafo del inicio, a la «entradilla».

No me había vuelto a subir a la última GS «de agua» desde la presentación nacional en Almería, en febrero de 2013. Tres años que han pasado volando. Desde luego, aquella toma de contacto me dejó muy buen sabor de boca. Pero una cosa es un paseo en grupo con periodistas y todo el personal de la marca controlando para que no te desvíes ni un milímetro de la ruta prevista y otra cosa es un viaje «en condiciones», como el de hoy. Frío, lluvia y la noche acechando.

Antes de ponerme en marcha intento adaptar la moto a mis necesidades (detalle que a veces olvidamos con las prisas). Y lo primero es colocar el asiento en la posición más alta. Este truco resulta fundamental para llevar las piernas poco encogidas, lo que en un largo viaje representa mucho menos cansancio. Con mi 1,78 m. de estatura llego al suelo de puntillas, pero lo importante es que la posición en marcha es perfecta. ¡No recuerdo una GS más cómoda! Todas mis GS tenían asientos duros como piedras y demasiado cerca del suelo. Eran unas viajeras extraordinarias, pero las piernas siempre iban demasiado encogidas y te machacaban. Pero en esta GS «de agua» el asiento y sus posibilidades de reglajes están muy logrados.

Una vez en marcha, la primera impresión es… finura y fuerza, mucha fuerza. El motor de dos cilindros horizontales opuestos (bóxer en el argot) de BMW siempre ha tenido carisma y respuesta personalísima, pero en esta versión completamente nueva tiene además un tacto de terciopelo, acompañado de un sonido ronco y poderoso. El propulsor empuja con enorme determinación en cualquier circunstancia y resulta realmente fácil de conducir. Pero no te engañes, en la vida real esta BMW R 1200 GS corre muchísimo, fácil, «sin despeinarse» y no es una moto para principiantes. Ya con el motor anterior, el «biárbol», el último refrigerado por aire, el bóxer empezó a estirar en la parte alta del cuentavueltas con la furia de una moto japonesa. Ahora sigue estirando con más fuerza y rabia en la parte alta, pero los medios son aún mejores y siempre tienes potencia de la buena en el puño, con una conexión realmente directa entre tu mano y la rueda. A veces, incluso demasiado directa y puedes hacer un involuntario «caballito» en primera marcha. Para evitar esta circunstancia puedes jugar con los distintos modos de motor, que por medio de la electrónica modifican la respuesta del motor a los giros del acelerador y la hacen más suave. El equipamiento y sistemas electrónicos de abordo son abundantes e intuitivos de manejo, pero en la negritud de la noche se echa en falta algún tipo de iluminación para los numerosísimos botones de los puños y cuadro de mandos, que prácticamente hay que manejar a ciegas. Esperaba más del moderno sistema de luz de cruce mediante LED, que no solo no suponen una mejoría respecto al clásico halógeno, sino que el haz de luz emitido por el faro resulta incluso más estrecho. Y puestos a pedir y ya que la media de los usuarios de las GS rondan o superan (superamos) la cuarentena, no estaría mal emplear unos dígitos más grandes en los instrumentos, para favorecer la lectura, especialmente en la noche o días nublados, a los que tenemos «vista cansada».

La Fresneda

Ni que decir tiene que tras los 400 km nocturnos y con lluvia de ayer, he dormido como un tronco. La Fonda La Grancha de La Fresneda ha resultado un magnífico refugio y lugar de descanso y hoy, con el astro rey dominando el cielo, me siento un tipo afortunado. Pocas motos «gordas» permiten hacer enduro con soltura entre las estrechas y empinadas calles del casco antiguo de La Fresneda para disfrutar de su encanto y alcanzar el imponente castillo que, como puedes imaginar, domina la ciudad como la atalaya que fue.

Con un magnífico casco antiguo medieval y soberbios edificios palaciegos del s. XV al XVII, esta población del bajo Aragón es toda una sorpresa para el viajero. Declarada Conjunto Histórico- Artístico ofrece un magnífico y bien conservado casco urbano, mucho más extenso de lo que pudieras imaginar. En la parte baja del bello edificio renacentista del ayuntamiento sorprenden las mazmorras del s. XVI, con tres pisos, uno de ellos para el carcelero. Escalofríos da pensar cómo se debía vivir (sobrevivir) en este lúgubre aposento. En el bar Lo Coscoll en la bella Plaza Mayor y junto al Portal de Xifré, degustamos un magnífico aperitivo de costillar de cerdo y morcilla a la brasa que nos aportan energía para el resto de la jornada. Curiosa también el dialecto que hablan algunos tertulianos y que a este viajero suena a catalán, o valenciano, herencia de la rica historia en estas regiones fronterizas del antiguo Reino de Aragón.

En este ambiente medieval, silencioso y recogido, el sonido del bóxer retumba con fuerza entre tanta piedra. ¡Ojo!, en los giros más cerrados de las callejas del pueblo y al girar el manillar a tope, el puño roza con la bolsa sobredepósito, el cortacorrientes se activa y para el motor en seco. Te puedes caer «a lo tonto». Ya me pasaba en mi BMW R75/5 de 1973. ¡No entiendo cómo todavía no lo han solucionado! La luz de reserva se enciende y, en este paraíso poco conocido, no hay mucho margen para el error, así que tenemos que poner raudos rumbo a Alcañiz. En la práctica hemos encontramos un consumo similar al modelo anterior (6,2 l/100 km) y una autonomía práctica de 250 – 280 km, lo que no es para tirar cohetes en una moto viajera y de aventura. Eso sí, el indicador de consumo del cuadro de instrumentos resulta muy preciso.

Ubicada en el privilegiado cerro Pui-Pinos, en un meandro del río Guadalope, Alcañiz es el alma mater del Bajo Aragón. Apartada de las rutas más transitadas, esta población se ha convertido ahora en lugar de peregrinación anual para el motorista, por causa de su ya afamado Gran Premio que se disputa en MotorLand, el moderno y grandioso trazado permanente inaugurado en 2009. El circuito ha coronado con éxito la extensa trayectoria y pasión de Alcañiz por los deportes del motor y muy en especial con el automovilismo, con sus célebres competiciones («Premio Ciudad de Alcañiz») en el espectacular (y peligroso) circuito urbano, por donde pasaron pilotos de la talla de Carlos Sainz (padre).

Pero Alcañiz estuvo habitada desde tiempos remotos y su nombre tiene origen árabe. El magnífico casco histórico que se despliega alrededor de la sorprendente Plaza de España está presidido desde las alturas por el Castillo de los Calatravos, actual Parador. Hasta allí trepamos para disfrutar de la panorámica de la ciudad y aparcar orgullosos la GS ante un grupo de turistas franceses que, tras disfrutar de las magníficas vistas, escudriñan con detalle la moto bávara. «C´est jolie» dice una señora, junto a su marido que asienta con la cabeza. Y luego nos cuenta que ellos recorrieron toda Francia y España en los años setenta con una BMW R/50-5, la moto que en su día utilizada la Gendarmería francesa.

Con sus líneas rectas y ciertas piezas que recuerdan una armadura medieval (otros dicen que a un Panzer, el tanque alemán por excelencia), la BMW R 1200 GS no desentona en absoluto aparcada ante la bien conservada mole defensiva de los siglos XII y XIII por la orden de Calatrava. Los diseñadores bávaros encontraron un filón con el diseño de la primera GS «moderna», la 1100 de 1993. Desde entonces no han hecho más que pulir la idea original que, justo es reconocer, tiene personalidad y un montón de seguidores en todo el mundo. Esta última GS es todavía más estilizada y en una nueva vuelta de tuerca parece menos Panzer o medieval y más estilizada y elegante, especialmente en este color opcional «Triple Black» de nuestra moto de pruebas, novedad 2016. Si no te gusta, hay otras tres combinaciones de color disponibles, blanco «Luminoso», azul «hielo» y rojo «Racing».

Comenzamos las «rutas moteras» (ver recuadro) camino de Valdealgorfa, por un bello paraje entre olivos, vides y almendros, un cultivo en auge por la elevada demanda de su fruto, la almendra. La carretera es estrecha, vieja y bacheada, ideal para disfrutar del magnífico día y fabuloso paisaje… pero no con la GS.

Enseguida te animas a rodar fluido, fácil y rápido. La suspensión regulable justifica aquí la inversión y en la posición «soft», la más blanda copia perfectamente el relieve y apenas zarandea al piloto. No podrás seguir a una KTM 690 monocilíndrica (un «pepino» para tramos de rallye), pero no estarás muy lejos. De camino a Torrecilla, el asfalto mejora, pero (afortunadamente) siguen las curvas. A un ritmo fácil, fluido, que no lento, la GS devora la carretera con apetito, curvas y más curvas entre campos de olivos y rutas solitarias en un día entre semana. ¡Ojo a los tractores a la salida de cualquier curva! Pueblos tranquilos, con gente en la puerta y viejos tomando el sol que saludan sonrientes al viajero.

En estas poblaciones escondidas sorprenden las construcciones palaciegas de sillería de los s. XVII y XVIII, incluyendo bellos ayuntamientos, palacios e Iglesias que demuestran la actividad y riqueza que hubo en estas tierras. Cada pueblo resulta toda una sorpresa y merece una detenida visita. Nos gustaron mucho Belmonte de San José, con un sorprendente edificio renacentista del s. XVI que alberga el Ayuntamiento y las vistas desde la cercana Ermita de San José (s. XVIII), situada en un espectacular promontorio que domina el agreste paisaje y al que se llega tras un par de kilómetros por un camino de tierra.

La BMW R 1200 GS de este año estrena en su apartado dinámico el ABS PRO, un detalle tecnológico estrenado en la superdeportiva HP4 que, gracias a un nuevo sensor inercial, informa a la centralita de que estás tomando una curva, para ajustar la fuerza de frenada en tan delicado momento con la moto inclinada. Y lo más interesante, el sistema ABS PRO puede reequiparse en algunos modelos anteriores. La Cerollera, en lo más profundo de la Sierra, fue cuna de maquis y guerrilla en los años cuarenta del siglo pasado. Una interesante exposición en los sótanos de un antiguo horno documenta estos duros años «de plomo». Y si tienes ganas de dar un paseo, a 6 km se encuentra un antiguo campamento guerrillero, restaurado como museo. Cuando entre curva y curva haces un alto en el camino parar descansar y disfrutar del entorno, te acompañan el sonido del silencio y los trinos de los pájaros.

En la Cañada de Verich visitamos un antiguo molino y tras cruzar La Ginebrosa en seguida llegamos a Aguaviva. La BMW devora sin piedad estas solitarias carreteras y no pierde la compostura sobre cualquier tipo de asfalto. La sensación de seguridad que transmite es enorme y el piloto siempre siente la situación bajo control. Si el asfalto se estropea es una buena idea seleccionar la posición «confort» de la suspensión, que se vuelve realmente absorbente para sobrevolar los baches. Si el asfalto es bueno, entonces las inclinadas son de vértigo, sin miedo a rozar el suelo y disfrutando a tome de la adherencia de los neumáticos. Aquí no tienes que buscar «posturitas». Sentado en tu posición dominante, dominas la situación haciendo palanca sobre el enorme manillar.

¿Una serie de curvas enlazada? Pif- Paf- Paf, las despachas en un santiamén sin inmutarte, solo contramanillar y una breve insinuación de rodillas. Intuitivo, fácil y tremendamente eficaz. En esta edición «de agua», la marca ahonda en la especialización hacia el asfalto (denomina la GS «enduro rutera»), equipando neumáticos más anchos, (120 en lugar de 110 mm delante y 170 en lugar de 150 mm detrás), que apenas merman la felina agilidad de la moto, aunque tendrán sus contrapartidas lejos del asfalto. El anchísimo manillar (950 mm de punta a punta) y el ancho neumático delantero (120 mm) «atornillado» al asfalto por el telelever cumplen de maravilla con su cometido y la pisada es siempre firme y confiable. En estas carreteras de baja y media velocidad es interesante bajar la pantalla del carenado para disponer de la mejor visibilidad «directa» del entorno. La maniobra se puede efectuar fácilmente con un pomo manual. En carretera nacional o autopista encontramos la proteccíón es excelente en la posición más alta.

El restaurante Altabella en Aguaviva nos sirve un suculento refrigerio y resulta eficaz refugio al mediodía, con el sol calentando a su gusto desde lo más alto. Un paseo hasta la imponente Iglesia de San Lorenzo (s. XVII) nos permite bajar la comida, admirar esta joya barroca y disfrutar de buenas vistas del entorno este su plaza.

En Más de las Matas la carretera se vuelve impecable, con curvas rápidas y divertidas a orillas del Pantano de Calanda€ El «cambio automático» (una opción que lleva nuestra moto de pruebas) permite subir o bajar marchas sin tocar el embrague y sin cerrar el acelerador. La experiencia es una gozada y puedes empalmar marchas a la salida de las curvas manteniendo el gas bien abierto€ «pam,» «pam». A bajas revoluciones el ajuste no es tan fino y el motor da algunos trompicones. Por eso decidimos que para cambiar a bajo régimen es mejor seguir usando el embrague como toda la vida. Como los apoyos en este tramo son más fuertes, endurecemos la suspensión (modo «sport») y de inmediato sentimos la moto mucho más «sujeta». Entre la abundantísima lista de opciones (agrupadas en «paquetes») la suspensión con reglaje electrónico por una tecla desde el manillar (ESA) resulta totalmente recomendable («paquete Touring» 1.573 €) e incluye, junto con otros equipamientos, el interesantísimo control de velocidad de crucero. La suspensión ESA permite ajustar la precarga de las suspensiones para viajar solo, con pasajero, o con equipaje (exclusivamente con la moto parada) y además en cada uno de estos apartados admite tres durezas o «rigidez» de muelle (confort, normal y sport), que se pueden modificar en marcha a voluntad. Con una sonrisa de oreja a oreja entramos en Calanda, el pueblo del gran cineasta Luis Buñuel, donde a la puerta del imponente centro cultural que lleva su nombre, damos por terminada nuestra ruta.

La BMW R 1200 GS es una moto muy completa y eficaz sobre cualquier tipo de escenario, autopista, carretera, ciudad, o pistas de tierra. Puedes utilizarla a diario para ir a trabajar, reservarla para el fin de semana en salidas «deportivas», rodar en circuito para mejorar tu técnica de pilotaje, o embarcarte en una vuelta al mundo como Ted Simon (Los Sueños de Júpiter) sobre una GS 100 «de carburadores», o Miquel Silvestre, quien ha disfrutado de casi todos los modelos para escribir sus libros («Un millón de piedras») y rodar la series de TV «Diario de un nómada».

La marca alemana ha sabido ir acentuando sus virtudes y puliendo sus detalles mejorables para convertirla en superventas en Europa y objetivo deseado por numerosos aficionados de todo el globo. Durante nuestros viajes por Suramérica hemos visto las BMW GS cargadas hasta las trancas en las interminables pistas de ripio de Patagonia, o en el paso de Agua Negra en Los Andes (a casi 5.000 m), sobre todo en manos de aficionados brasileños. Pero la imagen más espectacular que recuerdo fue durante nuestro viaje por Alemania a bordo de una rapidísima Triumph Sprint 1050 de pruebas, rodando por sus maravillosas «autobahn» con tramos de velocidad libre (un paraíso donde todo motorista debería rodar al menos una vez en la vida) entre grupos de motoristas. Resultaba impactante seguir a las BMW GS rodando junto a sus pilotos totalmente aplanados sobre el depósito y con el codo derecho prácticamente apoyado sobre el cilindro (gas roscado a fondo), a 230 km/h de marcador y aguantando kilómetros de recta sin el más mínimo recato. Me da escalofríos pensarlo y es una imagen que quedará para siempre en mi retina.