Prueba BMW F 750 GS: Llámame versátil

33 Prueba BMW F 750 GS: Llámame versátil
Fotos de la BMW F 750 GS en acción
Ramón López
Ramón López


Las siglas F GS contienen una parte muy importante de la historia trail de BMW. Es evidente que el protagonismo máximo lo recoge su gama bóxer, con una historia que se extiende a lo largo de cuatro décadas, desde el nacimiento de la primera R 80 GS en 1980. Pero la división de modelos trail dotadas de motores «no bóxer» también merece un capítulo muy relevante en la trayectoria moderna de la marca. En 2000 aparece la monocilíndrica F 650 GS, heredera de la F 650 nacida en 1993 y un modelo que tuvo continuidad con versiones especiales hasta su desaparición en forma de G 650 GS en 2017. Aquellas primeras F 650 GS gozaron en España de enorme éxito de ventas, y sirvieron de germen para el posterior arraigo de la ya legendaria serie bóxer.

En 2018 todavía se mantiene esta dualidad en el catálogo BMW, incluso elevada a un estadio superior. Las nuevas F 750 GS y F 850 GS constituyen la fase intermedia en el extenso elenco de alternativas de este segmento BMW, a medio camino entre la inicial G 310 GS y la máxima expresión R 1250 GS, sin olvidar una radical S 1000 XR ya fuera de la definición GS. Pero si hablamos de un auténtico epicentro, ahí se sitúa la F 750 GS. Comparte espacio vital con su hermana F 850 GS de idéntica cilindrada, a pesar de sus diferentes denominaciones, frente a la que se erige como más idónea para abarcar todo tipo de usos de la forma más agradable posible. Ello sin las condiciones más off road de la 850 ni con sus prestaciones máximas, pero con el reverso de la moneda de una utilización sumamente agradable en cualquier circunstancia, incluyendo la ciudad y la carretera, terrenos donde transcurrirá su trayectoria vital en mucho mayor medida que en una faceta «fuera carretera». Esta accesibilidad queda reflejada en sus condiciones técnicas. El motor se contenta con un rendimiento ligeramente inferior al de la variante 850, lo que trasladado a un uso en el día a día resulta hasta incluso más favorable. Lo mismo cabe decir de aspectos como la manejabilidad o su practicidad, gracias a una altura de asiento inferior o una llanta frontal de 19″ que incide en una conducción más neutral que en el caso de la 850 GS con su delantera de 21″.

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La definición de la BMW F 750 GS como moto «para todos los públicos» hace de ella un referente el carné A2. Significa el camino para acercarse lo más posible a territorio GS bóxer, para lo cual dispone de una nueva configuración de cigüeñal, con calado a 270º (antes a 360º) y así dotarle de una personalidad próxima a un propulsor de cilindros opuestos, también en sonido. Si a todo ello le añades un comportamiento más refinado y la posibilidad de recurrir a un inmenso catálogo de accesorios y opciones, sobre todo de tipo electrónico, te convences de que es uno de los modelos más inteligentes del momento en su segmento.

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El secreto mejor guardado de la F 750 GS es la amistad que establece con su piloto. Te facilita la vida en la ciudad frente a otras motos mucho más pesadas y voluminosas, en autovía o autopista te acompaña con agrado incluso a velocidades fuera de lo legal, y en carreteras donde buscas diversión se empeña en ofrecértela con fruición. A esto le llamo yo una moto bien pensada y que, en el caso de un usuario A2, difícilmente te pondrá en la necesidad de ir más allá en cilindrada o en cualquier otro sentido.

BMW F 750 GS: EN MARCHA

Su ergonomía te facilita al máximo la vida sobre ella. La altura de asiento de 810 mm, el ancho manillar y las estriberas centradas te invitan a no pensar en bajarte.

EN CIUDAD

Nuestra unidad está dotada de maletas laterales y baúl. Las primeras son el único obstáculo en conducción urbana, aunque son fácilmente extraíbles. Los retrovisores ofrecen muy buena visión. Tacto de mandos y respuesta de motor se añaden a su gran manejabilidad para sortear coches y esquinas.

EN CARRETERA

Su rodar fácil es la credencial que hace que los kilómetros pasen sin ningún esfuerzo. La cómoda posición de conducción, con amplio espacio disponible, y un motor solícito en cualquier rango, convierten cualquier objetivo, por muy lejano que esté, en plenamente accesible. Si, como en nuestro caso, incorporas las opciones de suspensiones electrónicas ESA, llamada automática SOS, control de crucero, cambio semiautomático, modos de conducción Pro o pantalla TFT, la relación con la F 750 GS va más allá que una simple amiga.

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BMW F 750 GS: ASÍ LA VEMOS

Los cambios en su diseño le han rejuvenecido e incluso aproximado al icono R GS. Una vez fuera de la ciudad, donde se desenvuelve con total naturalidad, la mejor sorpresa la constituye el descubrimiento de su nuevo motor. Pleno de suavidad y con un rendimiento muy constante a lo largo de toda la curva de par y potencia, te permite salir con solicitud desde solo 2.500 rpm en marchas largas. Para que te hagas una idea de su falta de complejos frente a modelos de mayor cubicaje, a 4.000 rpm ya ruedas a 110 km/h en sexta, cifra que se convierte en 135 km/h en quinta y en 160 km/h en sexta, siempre con absoluta finura y suavidad. Tan solo una pantalla de altura muy reducida se interpone en un conjunto muy dotado en este sentido Touring. El equipamiento de serie es muy correcto, aunque para aumentar capacidad de carga es imprescindible recurrir a maletas y/o baúl. Su agradable tacto de motor también se repite en su cambio, incluso en los frenos, con un trasero muy adecuado para regular tu velocidad en curvas. La horquilla, en modo Road de serie, queda un poco blanda en conducción deportiva. Ágil y ligera, con un motor que estira mucho y contundente en bajos y medios, la diversión está asegurada. Además, por espacio y comodidad, el pasajero es bienvenido en la 750 GS.

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BMW F 750 GS