RUGIDOS
El 12 de noviembre de 1967, el recién inaugurado Circuito del Jarama comenzaba a inundarse con bramidos de monoplazas de F2 y F1 mezclados en su parrilla. Se trataba de una carrera no puntuable para ningún campeonato, aunque muy importante para la pista madrileña: de ella dependía que el trazado recibiese el marchamo de aptitud para celebrar estas pruebas.